La asertividad es sana. Afírmala con los derechos asertivos

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En mi experiencia, también en la mía personal, encuentro que debido a muchas razones diversas, aunque normalmente relacionada con mensajes recibidos en la infancia sobre la necesidad y la obligación de compartir, nos cuesta muchas ocasiones exigir lo nuestro y hay muchas personas, entre las que me encuentro, que afirman con mayor facilidad lo que le corresponde a otros que lo propio. ¿Te encuentras entre esas personas?

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Acoso escolar: la punta de un iceberg

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Verónica Prieto Montes. Pedagoga. Máster en intervención con dificultades de aprendizaje en ISEP. Colabora con AMACAE (asociación madrileña contra el acoso escolar) y desarrolla la implantación del programa de prevención de acoso escolar TEI en los centros educativos de la Comunidad de Madrid.

En el último año me he sensibilizado mucho con el tema del acoso escolar o bullying y haciendo una pequeña reflexión, considero que ha sido tanto por ser madre, como por ser educadora y conocer el programa TEI y evidentemente por la repercusión de los casos que en 2015 acabaron con la vida de 3 adolescentes españoles. Sea por lo que fuere me decidí hace cosa de más de un mes a reunirme con la asociación AMACAE (asociación madrileña contra el acoso escolar) de reciente creación en 2014 para ofrecerles una posible colaboración por mi parte de forma totalmente desinteresada. Esta asociación, se ha creado por unas mujeres que han vivido en primera persona las consecuencias del acoso escolar a través de sus hijos. Hoy en día, tienen la suerte de poder decir que sus hijos continúan estudiando y han dejado atrás esa pesadilla de la que es difícil escapar, puesto que en ocasiones las secuelas y los recuerdos permanecen de por vida.  Ellas se siguen  sorprendiendo como en tan solo un año, las situaciones de acoso escolar que les llegan, se han cuatriplicado en la Comunidad de Madrid a lo largo de 2015, sin contar la de casos que pasan totalmente desapercibidos y que no se denuncian. Me gustaría equivocarme, pero considero que esto es sólo la punta de un iceberg.

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La Escuela en España en 1960

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Sí, porque yo fui al colegio en Madrid desde 1958 hasta 1971, desde mis 4 hasta los 17 años en que entré en la Universidad. Es decir cogí de lleno los años 60, los años de los hippies, de la guerra de Vietnam y las protestas, de la muerte de Kennedy, yo todavía recuerdo ese día en el patio del colegio todos comentando no sé qué, porque no sabíamos mucho ni de USA ni de la noticia, pero impresionados. Los años de uno más de los machaques de los israelíes a los palestinos, la guerra del 67 que consolidó el aparheit en que todavía viven los palestinos y que yo seguía en las noticias haciendo mi propio mapa con los cambios de cada día como si fuera un juego de Risk, ajeno a injusticias y a la realidad de la muerte.

Nuestras aulas tenían estrado que abarcaba toda la pared delantera. Porque había parte de delante y parte de atrás. En el estrado estaba la mesa del profesor y la pizarra por ello cuando ibas a la pizarra estabas a la vista de toda la clase, expuesto a las miradas de todos.

Los pupitres de madera de dos plazas estaban en filas, todos mirando hacia el estrado en filas separadas. Tenían un cajón de madera donde debías meter la cartera y en su reborde superior había un hueco para meter el tintero. El tintero era necesario para las clases de caligrafía que se hacían con plumín, que debía ser con corona, los otros modelos no servían y tinta china, tampoco había otras tintas, los chinos tenían el monopolio. Todo “debía ser” de determinado modo, había montones de “debía ser”.

Por supuesto mi clase era toda de chicos. No será hasta que llegue al curso previo a la universidad, ya en los años 70, cuando comenzarán las clases a ser mixtas. Vaya palabra “mixta”, pero era la que se utilizaba.

Éramos muchos por aula, entre 40 y 50, pero estábamos separados, solo mirando al profesor, cualquier otro contacto estaba prohibido. No podías mirar a los lados ni por supuesto tampoco atrás. Teníamos que estar en silencio la hora entera que duraba cada clase y solo podíamos hablar en los breves tiempos entre clases mientras cambiaba el profesor.

Se configuraba una organización fuertemente autoritaria, ante todo y sobre todo autoritaria, lo más lejana de la idea del trabajo en equipo de la formación de grupo, toda orientada al profesor, y enteramente dirigida por él, que tenía el protagonismo total de la clase. Tenía casi poder de vida o muerte.

Porque el tono era fuertemente disciplinario. Los alumnos debíamos ser obedientes y tranquilos, callados. Todavía recuerdo que una vez me quedé castigado en el colegio después del horario lectivo porque había estornudado debido a mi alergia primaveral, pero según el entender del profesor demasiado fuerte. Si hablabas en clase eras castigado, primero en el extremo del estrado de pie mirando la pared. Si al profesor le parecía que eso era poco, entonces de rodillas ante el estrado mirando a la pizarra. Si eso no era suficiente al parecer del profesor, entonces al pasillo, al lado de la puerta de la clase. Eso era terreno peligroso porque podía pasar el director o alguno de los curas. Yo tuve un profesor, el de ciencias de 5º de bachiller, que en una buena temporada del curso, según entraba en clase, me sacaba al pasillo y llegué a conocer bien al director que pasaba por allí diariamente, aunque en mi recuerdo se aleja bastante del ogro, sencillamente me preguntaba cada día si estaba otra vez allí.

El sistema represivo estaba reforzado por el castigo físico, el profesor te pedía que levantaras la mano con los dedos juntos y con una regla de madera le atizaba con fuerza a esos dedos juntos. Ese mismo profesor de ciencias, que ha dejado huella en mí, aunque debo decir que también me dio la matrícula de honor, tenía un palo famoso al que llamaba Margarito.  Era verdaderamente temido por los alumnos.

El castigo físico era habitual, coger de la oreja cuando estabas sentado en el pupitre y tirar para arriba, o de las patillas. Recuerdo un día que llovía y durante el recreo le pregunté a un compañero de clase que le pasaba en el ojo, tenía un ojo con algo así como una nube y a mí me intrigaba, yo tendría diez u once años. Al cabo de un rato me hizo llamar un cura que estaba vigilando el recreo, fui hacia él pero no tuve oportunidad de llegar, una bofetada me sumergió en un charco de barro, mientras el cura gritaba no sé muy bien qué porque yo solo recuerdo el calor de mi mejilla y mi oreja que se iban poniendo progresivamente rojos.

¿Por qué cuento todo esto? Primero porque aunque nos parece lejano y no está en la memoria de muchos es nuestro pasado cercano y es malo olvidar la historia. Segundo porque han variado muchas cosas desde entonces, y es importante constatarlo. Tercero porque no han variado tantas cosas y el rastro de esa época es posible descubrirlo también por todas partes.

Mi intención es por tanto hacer consciente el sistema del que venimos y teniéndolo presente ver si realmente la educación está cambiando de fondo y qué es lo que queremos realmente cambiar en la educación.

La implicación y el aprendizaje

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Hace ya años las teorías educativas en el entorno de William Glasser y su teoría de la elección, elaboraron el siguiente cuadro que relaciona la implicación personal y el aprendizaje que se produce:

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El nivel más bajo lo pone la lección magistral, que utiliza solo el oído como instrumento para el alumno en el nivel más bajo del aprendizaje. Es sencillamente información con el procesamiento del docente, pero para el receptor, el alumno no es más que información sin implicación personal.

Según se incrementa la implicación personal se incrementa lo que se aprende. Ya solo el hecho de leer, que pone en actividad la imaginación, la memoria,… convierte en activo al oyente, consigue incrementar el nivel de aprendizaje, pero todavía estamos en niveles bajos también porque trabajamos sencillamente en niveles de simbolización, de abstracción elevados.

A través de un sistema audiovisual introducimos en el sistema el oído y la vista y el resultado es nuevo incremento en el aprendizaje.

Hacer trabajar la demostración, cotejar la información con la lógica, sigue trabajando con una elevada abstracción o simbolización. Sin embargo exige una actitud francamente activa, que incrementa la adquisición de nuevo conocimiento.

El grupo de discusión añade a la demostración el debate lo que añade la relación con otras personas, comprender sus puntos de vista, añadirlos al conjunto en discusión. Resultado; nuevo incremento del aprendizaje.

Practicar lo que se hace, experimentar con lo que se está aprendiendo nos saca de los terrenos abstractos por primera vez y nos enfrenta a la realidad, al contraste de lo aprendido con la realidad, si funciona o no. Más contacto con la realidad implica mayor aprendizaje. Lo que implica a sensu contrario que menos contacto con la realidad implica menor aprendizaje. Lo que obliga al docente a tener ese buen contacto con la realidad y a no vivir en el mundo simbólico y abstracto que ha sido y sigue siendo el terreno más común de la enseñanza. La enseñanza se centra en generalizar y experimentar y bajar a la realidad es bajar al caso concreto, particular y ver cómo funciona esa presunta “ley general” aprendida.

El último escalón nos introduce activamente en la enseñanza, convierte al alumno en docente y de este modo se consigue el mejor nivel de aprendizaje. Este nivel significa no solo entender uno el nuevo aprendizaje y asimilarlo, sino hacérselo asimilar a otros, lo que implica trabajar en la mente de otras personas. El nivel de habilidades personales y de implicación es máximo. Sin una fuerte implicación y compromiso con lo que se enseña, no se enseña nada, se consigue desmotivación.

Quiero sacar 2 conclusiones.

  1. La primera es práctica: la misma escala da a los docentes metodologías diversas para afrontar su enseñanza.
    1. Indico algunas de esas metodologías: Utilizar más de un sentido: añadir al oído la vista y aún mejor si metemos el tacto. Hacer leer en clase. Establecer discusiones, enseñar pensamiento crítico para aceptar razonamientos. Ver el modo experimental para hacer concreta y comprobar la enseñanza. Hacer que los alumnos expliquen los temas a los demás.
  2. La segunda es establecer un principio general para la Educación Emocional: cuidar e incrementar la implicación personal es lo que incrementa la enseñanza. La educación Emocional es precisamente poner esa atención a la persona del alumno que le implique en el aprendizaje. Cuidar el entorno de la enseñanza para no crear falta de implicación. Estar pendiente de los alumnos para que participen lo más activamente en el aprendizaje. La actitud del alumno es lo importante.

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Por cierto, el cuadro solo llega al 80%… ¿qué pasa con el 20% restante? ¿Cómo se llega al 100%?

Amenazar a los niños

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En el lenguaje que utilizamos con los niños está presente de un modo continuo la amenaza: “si no te portas bien, no sales a jugar al parque”, “si no recoges la ropa no me acompañas esta tarde (algo que sabemos hace ilusión al niño)”. Esto no solo lo hacen padre y madre, sino en general todas las figuras con edad superior al niño y que se relacionan con él. Es tan habitual que ni siquiera se percibe en muchas ocasiones la grave incidencia que tiene en el mundo del niño y se utiliza como un modo de amplificar la fuerza de nuestra comunicación.

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LA EDUCACIÓN EN POSITIVO COMIENZA POR UNO MISMO

Profesor y estudiantes

Carolina Pérez Ruiz. Maestra Audición y Lenguaje, Especialista en Psicología Positiva e Inteligencia Emocional. EMOTIVACPC. www.emotivacpc.es.

La educación en las aulas es responsabilidad del adulto que las habita, en lo que se refiere a  que como maestros presentamos un espejo en el que los alumnos se miran cada día, dentro de un espacio de experiencia de vida, no sólo de aprendizaje de contenidos curriculares. Por ello, cabe destacar como importantísimo que los profesores nos dediquemos la primera mirada hacia nuestro propio modelo, y así poder ser coherente con las expectativas que nos marcamos respecto a los alumnos.

A menudo, se escucha decir en los claustros de profesores que los alumnos están desmotivados, que existe muy poco respeto o que no saben relacionarse entre ellos, ni resolver conflictos de manera autónoma…

Efectivamente, se observan muchos de esos patrones de conducta en los alumnos, pero ¿cómo nos relacionamos los profesores dentro de un mismo equipo educativo? ¿qué modelo comunicativo ejercemos con el alumnado?, o la existencia de una tendencia masiva a juzgar a las familias, sin ser empáticos con las dificultades que entraña la paternidad, la conciliación de la vida familiar y laboral, con el añadido de que alguno de sus hijos presenten dificultades específicas de aprendizaje. Sigue leyendo

«No se puede no aprender»

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En educación se produce siempre este principio: «no se puede no aprender». Esto sirve para todas las situaciones de aprendizaje, es decir, para todas las situaciones del ser humano. En cada una de ellas se aprende, es una oportunidad de aprender o se bloquea el aprendizaje, pero en cualquier caso hay un aprendizaje. Podemos decir que hay una aprendizaje positivo o negativo para la persona, pero aprendizaje hay siempre.

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Re-encuadrando la Educación. Donald Clark.

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He decidido incluir este vídeo porque realmente me encantan estas visiones de la Educación que encuadra el cambio actual en el desarrollo de los últimos 2000 años, comenzando por Socrates. Los cambios actuales son realmente increíbles debido sobre todo a Internet y su desarrollo. Internet es básicamente comunicación y conocimiento y está cambiando todo lo que conocíamos sobre la enseñanza.

Creo ademas que ese desarrollo tiene que ir acompañado de la Educación Emocional, aún más que la Educación Emocional potencia el cambio y es una competencia necesaria precisamente para personalizar la educación para que cada alumno pueda desarrollar sus potencialidades. Estamos por tanto en un camino que junta personalizar (la Educación Emocional proporciona las competencias) y nuevas tecnologías.

Os dejo la interesántisima intervención de Donald Clark.