«¿Quién soy?», presentaciones en los cursos de Educación Emocional

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En todas las formaciones en Educación Emocional comienzo con unas preguntas que sirven de presentación para los asistentes. Esas preguntas no siguen la idea habitual de presentarse que, en un ambiente profesional, suele apuntar a la posición que se ocupa, en general a la tarea que se desempeña.

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COMPETENCIAS DEL ESTRÉS: gestión de la tarea

Esta es la primera de 3 entradas sucesivas en las que desarrollo las 3 competencias o habilidades necesarias para una adecuada gestión del estrés tal como hacemos en ISIE en el curso de coaching emocional. Estás son (1) gestión de la tarea (2) gestión de las relaciones (3) gestión personal.

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El éxito y la culpa y la positividad a ultranza

Hay una corriente muy extendida entre los que practican coaching y entre quienes trabajan o confían en la inteligencia emocional, que incluso parece estar marcando la profesión misma del coach, que dice que el éxito depende de uno mismo, que cada uno llega a dónde quiere llegar y si no lo consigue es porque no lo ha deseado lo bastante, o no se lo ha creído de verdad, o por creencias limitadoras personales… en cualquier caso a causas imputables a uno mismo. Esta corriente se podría denominar del positivismo a ultranza: consigues lo que quieres, y lo que quieres puede ser cualquier cosa que sea deseable.

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Modos de la empatía

Resumen: la empatía desde el punto de vista de quien la practica tiene 3 aspectos que pueden ser desarrollados: empatía cognitiva, empatía emocional y preocupación empática. Responden más bien al modo como la empatía es percibida, que a cómo el fenómeno emocional se produce en la persona.

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Blay Llaudaró, Enrique: El bebé emocional La semilla del amor. Gestación, nacimiento y crianza (hasta los 2 años)

Entrada escrita por Begoña Morales López, profesora de infantil.

Comentario del libro publicado por: Editorial Círculo Rojo- Educación blay llauradoInfantil. Febrero 2012

Enrique Blay es Diplomado en Psicología del Desarrollo/Terapeuta Psico-emocional especializado en la época primera del ser humano -gestación, nacimiento y primera infancia- bajo la perspectiva de lo que siente y necesita un bebé para su desarrollo en armonía.

En su libro El bebé emocional destaca la importancia de satisfacer las necesidades de nuestros hijos, no solo las necesidades básicas, fundamentalmente a estas edades, fisiológicas, sino también y más importante aún sus necesidades emocionales, creando un ambiente familiar seguro en el que se sientan amados incondicionalmente, lo que les permitirá desarrollar su autoestima y sus propias capacidades de autogestionarse en cualquier situación que se encuentren en la vida.

“Las emociones son la esencia de la vida (…) Solo podemos conocernos a nosotros mismos a través de lo que sentimos y de las emociones subyacentes”

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El llanto del bebé (2): ¿qué puedo hacer?

Entrada escrita por Teresa Escudero, médico pediatra, doula y coach emocional.

Esta es la segunda de 2 entradas sobre el llanto en el bebe. La primera se centró en ¿Por qué llora un bebé?

¿Y cuándo llora, qué puedo hacer?7052957_s

La necesidad básica de los seres humanos (y la de todos los primates superiores) es el contacto. El alimento es importante, qué duda cabe, pero mucho más importante es el contacto, como demostraron ya hace décadas los clásicos experimentos de Harlow con los monos.

Cuando un niño llora, lo primero que está pidiendo es cercanía, contacto, PRESENCIA. Según la personalidad del niño, algunos llorarán solo cuando lleven un tiempo solos, otros llorarán en cuando los padres hagan amago de dejarlos en la cuna (incluso cuando todavía están apartando los brazos, el simple hecho de separarse del torso del cuidador, despierta una angustia terrible en algunos niños). Este llanto, agobiante para muchos padres y madres, nos recuerda que, como mamíferos altriciales, necesitamos alguien que nos cuide, que nos acoja, que nos abrace. Esta necesidad es universal, y el llanto del niño nos recuerda todas esas veces en las que lloramos… y por desgracia no fuimos acogidos, cuidados, ni abrazados. Todas esas veces que nuestros padres hicieron caso al “experto” de turno y nos dejaron llorar, cuando nosotros necesitábamos consuelo. Por eso, a la sensación desagradable que todos tenemos programada por la naturaleza para defender a la cría, se añaden sensaciones y emociones aprendidas, sentimientos de desamparo y tristeza, dolores antiguos que el bebé aviva sin saberlo.

Cuando un niño llora, es porque siente dolor. El dolor puede ser físico, puede ser evidente en la exploración clínica que hay una incomodidad, gases, estreñimiento, una rozadura del pañal o de la ropita del bebé. Pero hay un dolor más profundo, el dolor emocional. Los niños lloran a menudo por estrés, porque venir a este mundo es tremendamente estresante. Yo a menudo les pido a los padres que intenten pensar que han pasado un fin de semana en un SPA, relajándose, disfrutando, con un “todo incluido”, comiendo y bebiendo cuando querían y como querían… Y el lunes hay que volver a trabajar. Ese lunes todo nos parece peor, nuestro jefe está más quisquilloso de lo habitual, nos cuesta lidiar con el tráfico, y cuando volvemos a casa no lloramos, pero no nos faltan ganas de hacerlo…¡con lo bien que se estaba en el SPA!!

El bebé lleva 9 meses en un entorno cálido, seguro, húmedo, sin nada que le roce, flotando, sostenido por el útero, con alimento y bebida constante, a través del cordón umbilical. A veces sufre el estrés que tiene mamá, pues le llegan sus catecolaminas a través de la placenta, pero la propia placenta se encarga de protegerle, de dosificar incluso esos momentos de estrés materno.

Y entonces nace: Y entonces, por primera vez en su vida siente hambre y sed. Por primera vez en su vida siente frío, o calor. Por primera vez en su vida escucha los ruidos a través de aire, sin el manto protector de la piel, el útero y el líquido amniótico. Por primera vez ve la luz, que cuando es brillante incluso hace daño.

El bebé se ha acostumbrado a un contacto constante, a un movimiento constante, a una alimentación constante, a un ruido de fondo constante (corazón, intestino, voces amortiguadas de fuera, la voz de mamá…). Y eso espera y necesita cuando sale. El lugar más aterrador para un bebé humano normal, es un lugar duro, frío, que no contenga ni se mueva, silencioso y donde no puede comer cuando lo necesita. ¿Os suena? Sí, el lugar más estresante para un bebé humano es una cuna (sobre todo si está en una habitación distinta de la de sus padres).

¿Cómo hacemos para que el niño llore menos? ¿Cómo aliviamos ese estrés?

Simplemente haciendo caso a nuestro instinto. Nuestro cuerpo, nuestra emoción, nos pide que cojamos a ese bebé, que abracemos el llanto, que consolemos la tristeza. Y, como suele suceder, el mensaje del cuerpo, el mensaje de la emoción, es verdadero.

¿Si lo cogemos se calmará? Pues no siempre. Hay niños que necesitan llorar mucho, los niños que han vivido con su mamá un embarazo más estresante, los niños cuyos partos han sido más instrumentalizados y menos respetados, los niños nacidos por cesárea, los niños a los que se ha intentado “enseñar a dormir” con cualquier método que incluya el dejarles llorar, normalmente tienen más necesidad de llorar ese estrés añadido, y acompañar su llanto puede ser agotador.

Por eso os invito a que, al acompañar el llanto de vuestro hijo, acompañéis también vuestros antiguos llantos, que al abrazar a vuestro hijo, abracéis a ese niño interno al que no abrazaron cuando lo necesitó, que al contener a vuestro hijo, seáis capaces de reconoceros vulnerables. Y si veis que no sois capaces, que duele demasiado, pedid ayuda. El puerperio es un momento excelente para indagar en nuestra infancia, en nuestros miedos, para rescatar a ese niño interno que necesita ser mirado, comprendido y acogido. Pedir ayuda, buscar alguien que nos contenga a nosotros y nos apoye, que nos abrace sin juzgarnos, incluso alguien que pueda coger a nuestro hijo y calmarlo cuando nosotros ya no podemos más, es ser un buen padre, es ser una buena madre, porque sólo estando atentos a nuestra propia emoción, seremos capaces de estar atentos a las emociones de nuestros hijos.

Los niños son grandes maestros, con su llanto nos invitan a llorar nuestro propio llanto, nos invitan a no reprimir la tristeza, la rabia o la simple incomodidad. Nos recuerdan que tenemos derecho a ser consolados, pero también el deber de consolar.

Que el llanto de nuestros hijos nos ayude a reconocernos y a consolarnos unos a otros. El mundo se convertirá en un lugar mucho más amable y más hermoso.

El llanto del bebé (1): ¿Por qué llora un bebé?

Entrada escrita por Teresa Escudero, médico pediatra, doula y coach emocional. Debido a que Teresa va poco a poco escribiendo sobre este tema de la crianza emocional: el cuidado de las emociones del bebe y de su madre y de su padre, he decidido añadir una categoría: CRIANZA EMOCIONAL, que estará dentro de la EDUCACIÓN EMOCIONAL: es su comienzo.  Me había resistido a incluirla por no pertenecer al ámbito de la escuela, sin embargo es un tema necesario, una base para comprender lo que viene después y tener una línea coherente de cuidado emocional. He incluido en la categoría todas las anteriores entradas de Teresa, así pueden ser fácilmente localizables en el blog.

Voy a hacer 2 entradas sobre el llanto en el bebe porque no he sido capaz de condensar lo que quería decir en el espacio de una sola entrada. La primera se va a centrar en ¿Por qué llora un bebé? La segunda va a ser sobre ¿Y cuándo llora, qué puedo hacer?.

“Es que llora por nada”, “es que es un llorón”, “tendrá hambre, claro, te empeñas en la teta, 17592529_sla teta, y así pasa”, “déjale llorar que se expanden los pulmones”…. Podría seguir con cientos, incluso miles de frases que abundan en la misma idea: Los bebés que lloran mucho son malos, lloran “sin motivo” y sólo para fastidiar o manipular a los padres.  A veces lloran porque tienen hambre, y entonces la solución es darles un biberón.

Esta idea absurda y sin ningún fundamento científico, se ha extendido como la pólvora, y en cientos de libros supuestamente serios y de supuestos expertos en neurología y educación, se abunda en ella para justificar métodos que sólo puedo calificar de tortura.

El llanto es el único medio de comunicación que posee el niño para expresar descontento, frustración, estrés, dolor, tristeza y, sí, también hambre (pero el llanto es una expresión tardía del hambre, si estamos atentos a otras señales, el niño nunca llegará a llorar por ese motivo). El llanto del niño se malinterpreta porque vivimos en una cultura adultocéntrica, fría y desconectada de los sentimientos más elementales, y aún más de las emociones y de las informaciones que nos aporta nuestro cuerpo.

Llevo catorce años trabajando como médico: Nunca en toda mi carrera he conocido a un padre o madre al que el llanto de su bebé no le desesperara. Nuestro cuerpo nos pide coger a ese niño, acunarle, ayudarle en ese llanto… Y a veces, la frustración de no poder, no saber cómo ayudarle, cómo consolarle, nos lleva a buscar soluciones extremas, irrespetuosas y absurdas, como el método de dejarle llorar con tiempos (método Ferber, Estivill, o como le queráis llamar), u otros similares.

No, en este artículo no hay fórmulas mágicas para que el niño “deje de llorar”. Sólo pretendo aportaros una visión diferente de las posibles causas del llanto y de cómo podemos acompañar cada uno de esos llantos. Algunas veces el acompañamiento calmará el llanto, otras no, y saber acompañar a nuestro hijo en ese momento también es fundamental.

¿Por qué llora un bebé?

Un bebé llora para COMUNICARSE. Estoy convencida de que para el bebé sería mucho más fácil podernos decir lo que le pasa, pero por desgracia nuestro cerebro es muy complejo, y el lenguaje aún más, así que la Naturaleza, sabia como es ella, ha programado un sistema de comunicación sencillo para los bebés, y también para los padres. Si el bebé está cómodo y contento duerme, gorjea, sonríe. Si el bebé está incómodo o triste, llora.

¿Por qué el llanto de un bebé es tan desagradable?

El llanto de un bebé SIEMPRE nos provoca una sensación de incomodidad, y así lo ha dispuesto la naturaleza, para asegurarse la supervivencia de ese bebé. Ante el llanto de un bebé todo adulto mínimamente sano (los psicópatas no, claro, pero estamos hablando de personas normales), siente el deseo de dejarlo todo y acudir a donde esté ese niño, para calmar el llanto. Este mecanismo ha asegurado la supervivencia del bebé durante siglos, en los albores de la humanidad las mamás australopitecus atendían el llanto de su bebé…  si un bebé se quedaba tumbado tranquilo, sin llorar, había muchas posibilidades de que se lo comiera un león, o cualquier gran carnívoro que hubiera en aquella época. Todos somos descendientes de llorones.

Los absolutos gramaticales y la comunicación

Resumen: Para la escucha es importante tener en cuenta los absolutos del lenguaje. Estos denotan al sujeto y no tanto a la realidad, sus creencias y su situación emocional.

Voy a hablar de un elemento que es importante tener en cuenta en la comunicación, en 15640627_sconcreto en la escucha. Especialmente resulta valioso para la escucha del coaching. Se trata de los absolutos que aparecen en una conversación.

Hay absolutos en el lenguaje cotidiano, aparecen aquí y allá en las conversaciones. Entiendo por absoluto aquellos términos que no pueden ser dimensionados en la práctica, ya que no pertenecen a una experiencia personal, es decir, no son elaboración de una vivencia. Un ejemplo sencillo es «siempre». No hay una experiencia para «siempre», nadie ha vivido algo que se pueda calificar de «siempre». Como máximo siempre abarca la duración de la vida de quien habla. Esa es la mayor duración posible de siempre en nuestra real experiencia personal. Por eso la expresión «te querré siempre» hay que entenderla, y así la entendemos, como dentro de mi experiencia del tiempo, es decir, dentro de nuestra vida, que claramente no es «siempre».

Términos absolutos son también: nunca, ninguno, nadie, solo, nada, ningún, todos, imposible … En algunas ocasiones no lo son, por ejemplo: «no ha venido nadie», aunque este es un uso del lenguaje en español que no se corresponde con la lógica, se debería decir: «no ha venido alguien», para evitar la doble negación que equivale a una afirmación en lógica.

No tenemos experiencia de siempre, ni de nadie, … Tampoco tenemos experiencia de: «todos los españoles…», ni de muchos otros «todos» que utilizamos…

Cuando esos términos aparecen en una conversación, en una comunicación, al no poder referirse a la experiencia de quien se expresa, se refieren a su idea del mundo, de cómo es la realidad para él, a su percepción. Por ejemplo: «Siempre llegas tarde», obviamente se refiere a una absolutización de lo percibido. «Siempre» se refiere a un tiempo limitado, como es obvio, pero apunta a que la persona que lo utiliza absolutiza la experiencia, la hace universal y única. Está poniendo un énfasis subjetivo en la conversación, no está aludiendo a un tratamiento estadístico. Lo mismo se puede decir por ejemplo de la expresión: «solo comes chocolate».

Algunas situaciones emocionales, por ejemplo el enfado, tienden a producir esos términos, ello se debe a la rigidez que establece en la percepción.  El enfado centra la atención en el obstáculo encontrado por ello el pensamiento se hace rígido y absolutiza lo que está pasando desde el punto de vista del sujeto que habla, en relación con la dificultad que percibe. Al sujeto solo le interesa el aspecto en que se fija y lo demás desaparece de su percepción. Es una absolutización de un aspecto desde el punto de vista de quien habla.

Otras veces los absolutos denotan creencias del sujeto, por ejemplo en expresiones como: «todos los rumanos son unos mafiosos». Evidentemente la persona que se expresa así no conoce a todos los rumanos, luego no está expresando una verdad en sentido estricto, está más bien hablando de alguna experiencia intensa que ha provocado una reacción emocional que ha generalizado. Esta generalización es emocional, es decir se refiere a la postura y necesidades del sujeto más que a la realidad externa que expresa la lógica: no se refiere a los rumanos en su totalidad, como mucho a algunos que no serán ni siquiera estadísticamente relevantes en relación con su número total. La expresión apunta a una necesidad de protección del sujeto con respecto a los rumanos, detectada emocionalmente en alguna experiencia negativa, no es una proposición verdadera en sí misma.

Se puede decir por tanto que en la comunicación hay aspectos que se refieren a la experiencia, y otros que se refieren al sujeto, a cómo vive este la experiencia de la que está hablando. Los aspectos subjetivos son emocionales. «Nunca bajas la basura» básicamente indica que para quien habla hay un reparto de la bajada de basura que vive como injusto, y su frase no es denotativa, es intencional: pretende cambiar lo que sucede. Los aspectos que se refieren a la experiencia son denotativos, los que se refieren al sujeto que habla son intencionales: pretenden un cambio en lo que está sucediendo. Recogiendo ejemplos puestos, si digo «solo comes chocolate» es porque pretendo cambiar esa situación o al menos me gustaría que cambiase porque la valoro negativamente. Lo mismo sucede con «siempre llegas tarde», cuando se expresa esa frase es porque se pretende cambiar la situación, es intencional.

Luego los absolutos del lenguaje, esta es la conclusión, denotan principalmente al sujeto y son intencionales, buscan cambios. Para las actitudes de escucha es importante detectarlos porque son la clave para mantener la conexión con el sujeto que habla, quien con esas frases está mostrando, su valoración emocional de la situación, su punto de vista personal sobre la situación, a veces también como hemos visto, su rigidez que trasluce de nuevo su situación emocional