Deseos y miedos: una dinámica

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La dinámica de la emoción temida y la emoción querida

Es una estupenda dinámica, especialmente para adolescentes, secundaria y bachillerato. Su objetivo es el conocimiento propio a través de darse cuenta de cómo nuestra posición en una situación es tendencial, está dirigida hacia un objetivo decidido por el sistema emocional y las repercusiones que eso tiene en la conducta. También lleva a la aceptación positiva de las propias emociones y deseos.

Realización de la dinámica

La dinámica es bastante sencilla de realizar. Se entrega a los alumnos unas cartulinas resultado de cortar un folio en 4, o una cuartilla en 2 en sentido longitudinal. Si son de colores mejor. Se explica a los alumnos que deben escoger su emoción más temida y su emoción más querida con una sola palabra para cada una. Es importante darles un momento de relajación para que puedan escoger habiendo introducido un interruptor con la situación del comienzo de la dinámica. El profesor que hace de facilitador puede enfocarles hacia una situación concreta: en el colegio, con sus padres, o dejarlo enteramente abierto: que escojan lo que aman y lo que temen sin más.

Después se les invita a escribir todo lo grande que puedan cada una de esas palabra en una cartulina del color que piensen mejor se adapta. Cada alumno tiene así dos cartulinas. El facilitador previamente ha escogido dos espacios de la pared, lo ideal es que sean opuestos para pegar en uno de ellos las emociones queridas y en el otro opuesto las emociones temidas.

Van saliendo uno a uno indicando en alto cuál es su emoción más temida y la fijan en la pared que corresponda y después lo mismo con la emoción más querida. Al finalizar de pasar todos queda en cada pared una nube de emociones temidas y otra de emociones queridas. El facilitador recoge lo que parezca mejor de lo expresado e invita también a participar.

Fundamentación de la dinámica

Allá en nuestro fondo emocional hay un doble sistema que es polar: sistema apetitivo y sistema evitativo. Hay un fondo emocional que consiste en aceptar o en rechazar, incluir o sacar de nuestro mundo. El sistema apetitivo nos dirige a aquello que queremos o deseamos y el sistema evitativo, que nos lleva a evitar o alejarnos lo que no queremos. Un residuo de nuestras proto-emociones: aceptación o rechazo. En cada situación predomina uno de los dos sistemas: o nos dirigimos a aquello que buscamos o evitamos aquello que no queremos.

Estos sistemas nos hacen optar: aceptar o rechazar, desear o evitar, amar o temer. Es importante darse cuenta de que cada sistema lleva por un camino diverso. Si evitamos optamos por lo seguro, con un fondo emocional de miedo. El miedo predomina sobre la libertad y el deseo de conseguir metas. El miedo es conservador. Evitar es alejarse de los peligros que sentimos o presentimos.

El sistema apetitivo o desiderativo deja emerger el deseo y arriesga. Prevalecen las ganas de abrirse de hacer entrar aquello en nuestro mundo. Nos gusta, y este gusto prevalece sobre el miedo.

Ante cada decisión de la vida hay que optar en su raíz por amar y aceptar o por rechazar. Como resumen funcionamos por amor o por miedo. Por amor si básicamente nos dirigimos hacia aquello que queremos, por miedo si básicamente evitamos lo que tememos. El amor nos mete en los descubrimientos de la libertad y el miedo que nos encierra en los terrenos de la seguridad.

Llegados a este punto tenemos un elemento de análisis poderoso sobre la situación de cada persona o del grupo. Porque podemos centrar la pregunta de qué deseas y que temes sobre el grupo, por ejemplo un equipo que tiene un objetivo. Que ama y hacia que se dirige del objetivo del grupo, que teme y qué evita en el grupo o del objetivo.

Cuando las cartulinas están ya el pared, el grupo situado en medio, mira sus deseos y sus miedos.

El acoso en primero de primaria

Hablo partiendo de un caso cercano en que he tenido ocasión de acercarme a las relaciones entre los alumnos de primero de primaria. Mis observaciones se dirigen más al profesor/a como centro de las relaciones que se producen en un aula. A mi entender esa es precisamente una de sus responsabilidades prioritarias.15455389_s

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Sistema apetitivo, sistema evitativo

Tras una explicación sobre que el sistema emocional en su fondo nos sitúa frente a aceptación o rechazo, se indica una dinámica para “darse cuenta” emocionalmente de cómo actuamos. Es una dinámica muy adecuada para adolescentes.

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Allá en nuestro fondo emocional funcionamos con un doble sistema que es polar. Hay un fondo emocional que consiste en aceptar, incluir en nuestro mundo o en rechazar, sacar de nuestro mundo. Un sistema apetitivo que nos dirige a aquello que queremos y un sistema evitativo, que nos lleva a evitar lo que no queremos. Un residuo de nuestras proto-emociones: aceptación o rechazo. Ambos sistemas no funcionan a la vez, sino que en cada situación uno de ellos predomina: o nos dirigimos a aquello que buscamos o evitamos aquello que no queremos.

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De cerca nadie es normal

Resumen: la idea de ser normal es muy difícilmente manejable. Hay muchas cosas que son «normales», que se quedarían sin valoración: una puesta de sol, la sonrisa de un niño, la satisfacción de comerse un pastel, un beso, etc. la ventaja personal del concepto: nos hace sentirnos integrados en el ambiente en el que vivimos. Sin embargo quita el valor a lo que hacemos todos los días y nos introduce en una escala de valoración que es externa.

La frase da vueltas y ha sido el título de una película de Marcelo Mosenson y de una 16832112_scomedia de Aitana Galán y Luis García Araus. También se conecta con el cantautor brasileño Caetano Veloso. Pero independientemente del origen expresa una profunda verdad: cada ser humano es único, singular, distinto, diferente.

La frase también conecta con mi experiencia personal. He visto que, en cualquier ámbito del trabajo emocional, el concepto de normalidad, de ser normal es muy difícilmente manejable. Recuerdo incluso un curso en Roma en el año 1989, o sea que ha llovido desde entonces, donde se trataba de la aplicación del concepto en psicología y se llegaba a la conclusión de que no era operativo, lo mismo que el concepto de madurez. Ser normal y ser maduro, son dos conceptos muy poco operativos, incluso dañinos.

Hace unos días he vuelto a ver esos efectos dañinos de la idea de ser normal. Se hablaba de éxitos: «¿qué son éxitos en tu vida?», era la pregunta y una persona respondió, más o menos: «yo tengo una idea de lo que es normal y eso traza una raya, lo que sale por arriba son éxitos, lo que se va por abajo, son elementos a rectificar, comportamientos a cambiar. Lo que está en el campo de lo normal no es éxito, es lo que tiene que ser».

¿Qué problema tiene esta concepción interna (y que afecta a la propia valoración de la persona, a su autoestima)? Sencillamente que es falsa. Ese concepto de normal abarca lo que es normal para esa persona concreta, algo que cree que es normal en el ambiente en el que vive. Es decir, normal como mucho se puede referir a un ambiente concreto, bien delimitado. Es decir, y esta es una primera observación, limita la persona a un ambiente y la mide con ese ambiente.

Esta también es la ventaja personal del concepto: nos introduce en el ambiente, nos hace sentirnos integrados en el ambiente en el que vivimos, nos hace «normales», y visto así tiene un fuerte efecto tranquilizador y de inclusión social: hay un rechazo a todo lo que no se ve como normal, la persona «normal» evita el rechazo. Fijaros que hablo de rechazo, que a nivel emocional se sitúa en el asco como emoción básica: se está dentro o fuera.

Pero vamos a las dificultades del concepto. Hay muchas cosas que son «normales», en el sentido de que entran dentro de una norma, y que se quedarían sin valoración: una puesta de sol, la sonrisa de un niño, la satisfacción de comerse un pastel, un beso, etc. Cualquiera de esta cosa son normales, sí, pero son también muy valorables, quizá lo más valorable, lo que da sentido a la vida.

Pero el fondo del problema de la inexactitud del concepto de normal es cuando nos valoramos a nosotros mismos. El concepto de normal quita el valor a lo que hacemos todos los días, sencillamente porque tenemos que hacernos, pero que es la actividad que hace de nuestra casa un hogar, de nuestro trabajo algo en servicio de los demás y de sustento económico para nosotros mismos. No valorarnos esto y valorar solo lo extraordinario, nos deja a merced de que se cumplan cosas extraordinarias y nos hace vivir el cada día con una gran insatisfacción.

La trampa por tanto que encierra el concepto es que nos introduce en una escala de valoración que es externa, que valora lo que el muy concreto y particular entorno social valora, y elimina de ser valoradas muchísimas de las cosas que tenemos y/o hacemos. En el coloquio del que hablaba al principio una persona dijo que no valoraba que llevaba quince años casado, porque era lo normal en su vida. A mí me embargó una gran pena. Y me parece que es algo a veces muy metido en la cultura: has hecho lo que te toca, lo que tienes obligación… ¡caray!, no valorar 15 años de la propia vida gastados junto a otra persona, porque es lo normal estando casados.

El asco y el sexo

Resumen: El sexo es un inhibidor del asco. El asco es una emoción que pone límites. Es universal en la raza humana que den asco los productos corporales en general, tanto fluidos: sudor, saliva, sangre, orina y, por supuesto, también los sexuales, como sólidos: mocos y heces. Estas “prohibiciones” emocionales quedan inhibidas en el interior de la familia. En la relación sexual se contacta precisamente con todos esos elementos que de modo universal producen asco. Es más pasan a formar parte de la atracción sexual. El vocabulario popular y común alrededor del sexo tiene que ver también con el asco

El sexo es un inhibidor del asco. La emoción del asco queda inhibida por la sensación bebe_vomitandodel sexo. Esta es mi constatación que me parece puede servir para el trabajo con las emociones.

Voy a explicarme. El asco es una emoción que pone límites, limites insalvables: lo que nos da asco queda fuera de lo experimentable, es lo que no hay que tocar o con las personas que no hay que contactar: el rechazo es otra emoción de la familia del asco.

Voy a bajar a lo concreto poniendo ejemplos. Así es universal en la raza humana que den asco los productos corporales en general, tanto fluidos: sudor, saliva, sangre, orina y, por supuesto, también los sexuales, como sólidos: mocos y heces. Si alguien escupe en un vaso, ya no lo bebemos. Evidentemente hay una conexión con elementos higiénicos. Algo que debe constituir la justificación a nivel biológico de la respuesta emocional del asco.

Sin embargo estas “prohibiciones” emocionales quedan inhibidas en el interior de la familia: pareja y sus retoños. Inhibición que parte de la pareja. La relación sexual entre ellos inhibe el asco y eso se extiende a sus retoños. Son ellos los que no sienten asco, o lo superan, en relación con sus hijos. Así quitan pises, limpian cacas, heridas, contactan con la saliva sin dificultades. Los hijos entran como sujetos pasivos y con algo de dificultad como activos.

Esta inhibición constituye a la familia en una unidad a nivel biológico, porque la higiene es común. A nivel emocional el asco constituye la barrera que resulta inhibida en el interior. Esto como se puede comprender proporciona también una ventaja evolutiva a la cohesión de la familia. La familia queda muy bien definida por los límites del asco, que dejan de ser personales para pertenecer al grupo.

Es el sexo el que inhibe el asco. En la relación sexual se contacta precisamente con todos esos elementos que de modo universal producen asco. Es más pasan a formar parte de la atracción sexual. El sexo revierte el asco en atracción. La saliva es elemento importante de la relación, y por supuesto la relación se focaliza en los órganos sexuales, que son también los órganos de defecación y eliminación. Es decir reúnen las dos funciones: ser el foco del asco y del sexo.

De algún modo por eso el vocabulario popular y común alrededor del sexo tiene que ver también con el asco. Es común el: «eres un guarro o una guarra», aludiendo en directo a esto elementos del asco. Claro que la expresión tiene el doble valor de constituir rechazo o atracción: «soy tu guarrilla». Es evidente que este lenguaje tiene una fuerte dosis de atracción. El rechazo convertido en atracción, el asco inhibido. «El rechazo o asco no es una forma de renuncia al objeto, sino una fuerte vinculación con él» (Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos).

careto de ascoTambién resulta una constatación de que todos los temas sexuales generan rechazo, fuertes rechazos sociales, que poseen una gran carga emocional y que en su expresión a veces también se pretende fundamentar en motivos higiénicos y de salud (transmisión de enfermedades). Este fenómeno contribuiría también en la misma línea cohesión de la familia, en este caso a través de buscar limitar la sexualidad en su interior. Algo que no está escrito que consiga.

Quedan elementos que explicitar, esto es solo un apunte para plantear una hipótesis, que ya ha sido estudiada y que puede dar lugar a una mejor comprensión de las emociones básicas y su función en nuestra vida cotidiana.

Noor: observaciones sobre (la ausencia de) el asco

Resumen: se puede decir que los bebes no sienten asco Todas estas observaciones sobre la ausencia del asco en Noor coinciden esencialmente con lo que dice Paul Ekman el asco tiene un fuerte componente cultural que se integra vía educación (por parte de las figuras significativas) y vía imitación (por parte del niñ@).

Desde luego se puede decir que los bebes no sienten asco, al menos Noor no lo ha sentido y ha hecho todas esas cosas que ni siquiera nombramos precisamente porque dan asco: coger con toda tranquilidad el agua del váter, meter la mano en su pis del orinal, etc. Durante un tiempo le dio por recoger del suelo la caca del gato, cuando la hacía fuera de su sitio, algo a lo que el resto de mis hijos ni siquiera se acercan, y utilizaba un papel porque se lo daba yo, porque a ella el contacto con la mano le daba igual.

Ante todos estos comportamientos su madre le decía «caca» y así poco a poco los fue dejando de hacer. Yo no me he opuesto a esto, me parece que va dentro del aprendizaje habitual y en este caso tiene unas razones de higiene que lo soportan, por lo que el límite me parece más que razonable, aunque al aplicarse muchas veces fuese puro y simple asco o rechazo.

El cubo de la basura merece una mención especial porque ha despertado enormemente su curiosidad. Y no solo, un día que creo no se me olvidará, estaba yo en la cocina sentado haciendo algo distraído. Noor acababa de aprender a andar, tenía poco más del año. Se acercó al cubo de basura, lo abrió, rebuscó, encontró un largo spaghetti, lo agarró y me lo mostró desafiante con el puño en alto. A continuación salió disparada hacia la terraza, que era su salida natural. Era consciente de que estaba haciendo algo mal, o mejor, algo que a su madre y a mi no nos gustaba y lo utilizó para atraer mi atención. Si no me haces caso por las buenas, me lo harás por las malas, algo para lo que utilizó una estrategia eficaz. A mi me quedó claro que el vínculo es muy importante para ella y que el asco no estaba presente.

Todas estas observaciones sobre la ausencia del asco en Noor coinciden esencialmente con lo que dice Paul Ekman, el investigador que ha establecido de modo científico que las emociones básicas, el asco entre otras, son transculturales, se dan en todas las razas y culturas. Paul Ekman habla sobre el asco en El rostro de las emociones. Ahí afirma que el asco no se configura hasta los 4 a 8 años.

Si esto es así, algo de lo que estoy convencido, quiere decir que el asco tiene un fuerte componente cultural que se integra vía educación (por parte de las figuras significativas) y vía imitación (por parte del niñ@).

Estilo manipulador de relación profesor- alumno. «Te mando que hagas esto por tu bien»

Resumen: El modo de actuar es meter a quien obedece en una tarea que no ha decidido, convenciéndole de que es lo bueno para él. Este estilo se llama también paternalista. La tarea es lo que importa y no la persona. La ejecución de la tarea dura mientras dura la ilusión de que se es importante para quien manda. Cuando se descubre la manipulación la emoción es rechazo. Si no respeta la libertad, se podría llegar a pensar que todo el sistema educativo es una gran máquina manipuladora que lleva a los alumnos donde ha decidido, sin contar con los alumnos. El profesor no puede decidir cómo va a ser la libertad de sus alumnos. Si perciben el sistema y/o a profesores concretos como manipuladores, su rechazo va a surgir de modo natural.

Primero la referencia a la entrada sobre los estilos de relación: http://wp.me/p2KddV-2A la sugerencia de leer también, para tener una visión completa, las entradas de cada uno de demás estilos de relación.

Quien habla lo hace con su decisión tomada, y se orienta hacia la persona de quien le escucha, normalmente pensando que lo hace por su bien. El modo de actuar es meter a quien obedece en una tarea que no ha decidido, convenciéndole de que es lo bueno para él. Este estilo se llama también paternalista, porque es muy utilizado por los padres cuando buscan el bien del hij@, pero sin que el hij@ decida.

La persona que recibe la orden percibe que es importante, porque recibe atención por parte de quien manda. Sin embargo, cuando descubre que la atención está en función de cumplir la tarea, es decir que la tarea es lo que importa y no su persona, su decepción va a ser grande y el rechazo hacia quien manda también.

Es decir, en el estilo manipulador la ejecución de la tarea dura mientras dura la ilusión en la persona que obedece, de que es importante para quien manda. Cuando se descubre la manipulación normalmente la obediencia cesa.

Las emociones o el estilo emocional en quien está bajo un estilo manipulador es sumisión, que se mueve en la familia del miedo. Cuando descubre la manipulación la emoción es rechazo, de la familia del asco y cuya función es excluir a esa persona, en este caso el manipulador, de la propia vida.

Parece que estoy hablando de un estilo raro, pero la realidad es que lo utilizamos con frecuencia y en la educación se hacen más cosas de las que parece para el alumno, pero sin el alumno. Es más, se podría llegar a pensar que todo el sistema educativo es una gran máquina manipuladora que lleva a los alumnos donde ha decidido, sin contar con los alumnos. Esta es una reflexión importante, que introduce en la educación la finalidad de respetar la libertad de los alumnos. Crear alumnos libres debe ser una de las finalidades del sistema y desde luego eso pasa porque las decisiones sobre los alumnos se tomen contando con ellos en toda la medida, que es mucha, en que esto es posible en cada etapa. La minoría de edad de los alumnos no implica que no tienen libertad, sino que su libertad está creciendo. El punto importante es que la persona debe poder decidir cómo es su libertad y no verse sometido a la voluntad del profesor.

El profesor no puede decidir cómo va a ser la libertad de sus alumnos. Me parece que la realidad es que, siendo más o menos consciente, se decide por los alumnos lo que a estos les corresponde como personas, desde lo más pequeño, a lo grande. Esto es a mi entender el punto más delicado del ser profesor, pues necesariamente se convierte en figura significativa para sus alumnos. Esta es su responsabilidad. Su peso en sus alumnos es determinante y no puede eludir hacerse consciente.

La reflexión sobre el rechazo de los alumnos al sistema educativo debería hacerse incluyendo la reflexión sobre el estilo que se está utilizando con ellos. Si perciben el sistema y/o a profesores concretos como manipuladores, su rechazo va a surgir de modo natural y a mi entender sano.

Desde este punto de vista la elección de estilo de relación es clave para facilitar entornos de crecimiento o de sumisión. El estilo de la relación profesor-alumno es una de las aportaciones más importantes de la educación emocional a la educación a secas, haciendo consciente, enseñando a actuar y proporcionando herramientas al profesor para establecer relaciones saludables con sus alumnos.