¡La emoción está en el cuerpo!!!

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¿Dónde sentimos la emoción? Esto tiene una clara respuesta: la emoción está en el cuerpo, se siente en sensaciones en lugares concretos del cuerpo, por ejemplo el miedo en el bajo vientre, de ahí la expresión «cagarse de miedo» algo que es literal. En las películas se recoge a la persona que se hace pis de miedo por ejemplo cuando le va a torturar la mafia. La emoción de miedo intensa actuando en el cuerpo produce la incapacidad de controlar esfínteres.

Hay muchas otras expresiones, coloquiales o de la literatura, que reflejan esta realidad de que la emoción está en el cuerpo, se localiza en el cuerpo, ejemplo son; «tengo el corazón en un puño», «puedo respirar a pleno pulmón» y montones de ellas, seguro que tú puedes poner una cuantas más.

Además hay referencia a las sensaciones que configuran la emoción, porque en realidad no sentimos una emoción, sentimos una serie de sensaciones que interpretamos como una emoción. Esas sensaciones tienen que ver con un lugar del cuerpo concreto y también con la respiración, la aceleración del pulso, la sudoración… todos efectos relacionados con la emoción que los provoca. Estar bajo la presión de tener que pagar una factura cuando no nos llega el dinero nos puede hacer sudar.

La conclusión evidente es que hay una estrecha relación entre cuerpo y emoción. Antonio Damasio, investigador del cerebro las ha dejado bien clara en su libro, El error de Descartes, donde explica que el cerebro proyecta la emoción en una parte del cuerpo, de forma que el cuerpo tiene algo de estatua modelada por nuestras emociones. Somos un cuerpo que piensa y siente.

Además hay 2 escuelas de psicología humanista que ponen el acento en la localización de la emoción: focusing y bioenergética. En ambas se trabaja localizando la emoción en el cuerpo. En la primera, se aprende a focalizar la emoción para gestionarla, localizando dónde la tenemos almacenada. La segunda trabaja enteramente desde el cuerpo, desde lo somático, encontrando todos esos puntos donde la emoción nos bloquea. También ayuda a entender como la emoción moldea el cuerpo: la figura de nuestro cuerpo tiene que ver con nuestras emociones.

Una forma particular de la conexión cuerpo-emociones la evidencia la investigación de Paul Ekman, al indicar que el rostro refleja e identifica la emoción y que ese rostro modelado por la emoción es transcultural: todos los seres humanos tienen e identifican las emociones básicas en el rostro de los demás seres humanos. Subyace a la afirmación el que las emociones tienen expresiones somáticas universales. Pero me parece que con esto, para apoyar mi tesis, te estoy ya contando obviedades que conoces perfectamente.

Pero me gustaría matizar, por ejemplo, que hay una variación personal de la localización de las emociones, de modo que no se puede dar un cuadro de ubicación de las emociones en el cuerpo más que como indicación general sociológica, y hay que tener en cuenta que habrá personas que salgan de lo indicado. Por eso cuando se trabaja en gestión emocional es mejor atenerse a lo que cada persona expresa, y no partir de una idea prefijada.

Dicho lo anterior, te voy a poner alguna indicación general: el miedo se localiza en el estómago o bajo vientre. El enfado se suele sentir en el cuello o en los ojos. Hay emociones que se sitúan en el pecho, de la familia del enfado, que tienen que ver con la falta de libertad, de aire. La excitación de la incertidumbre, que es también del miedo, acelera el ritmo cardíaco y concentra la mirada, bueno en realidad todos los miedos. La tristeza, al quitar la energía de los músculos dibuja una figura caída-depresiva típica. La alegría en sus formas de ilusión correlaciona bien con el pecho lleno, con sentirse ligero, con todos los pulmones llenos, con abrir las manos para abrirse…

Bueno, me parece suficiente para que puedas entender que no se puede trabajar las emociones sin trabajar en conexión con el cuerpo, o dicho mejor, para la gestión emocional tienes que poner constantemente en conexión los tres niveles del ser humano: el cuerpo, que es fisiológico-instintivo, el psíquico, que es emocional, y el racional. Somos una unidad muy profunda.

El patrón emocional es un paquete.

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En la Educación Emocional se habla constantemente de emoción, de sentimiento, de gestionar la emoción, etc. Y se corre el riesgo de olvidar un dato importante: la emoción no es un elemento aislado ya que en la interioridad psíquica se da siempre como un patrón emocional. En esto sigo a Leslie Greenberg y su Terapia Focalizada en las Emociones y a su experiencia de toda una vida de trabajo emocional.

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Focalizar la emoción en 6 sencillos pasos

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Esta es la habilidad básica necesaria para una adecuada gestión emocional individual. destreza que todo docente del siglo XXI debe poseer.

Esta es también la herramienta central para el coaching emocional

Está basada en Leslie Greenberg (Terapia Focalizada en la Emoción) y en Eugene T. Gendlin (Focusing) y es el modo de acceder a la emoción para utilizarla como guía, tanto para fijar un objetivo al alumno como para fomentar su motivación.

151207 Focalizar la emoción en 6 sencillos pasos

El enfado cuando se complica

Normalmente en Educación Emocional utilizamos las emociones como guía para descubrir nuestras necesidades. Pero no todas las emociones son un buen guía para la acción. Indica la necesidad solo la emoción primaria, la que está en el fondo de nuestro sentir conectado directamente con nuestras tripas, con el hondo de nuestro ser.

enfado secundario

Especialmente en el enfado es importante distinguir si es una emoción primaria. El enfado tiene una buena capacidad de ser una emoción secundaria y tapar otras emociones.

Es el caso de un enfado que tapa una tristeza. En realidad nos sentimos tristes, pero nos cuesta mostrarnos como tristes y mostramos de forma casi automática un enfado para alejar a los que pretendan acercarse para consolar nuestra tristeza. Es muy posible que en nuestra consideración de nosotros mismos estar tristes sea igualado a ser débil.

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Estas son las situaciones que propician la aparición de un enfado secundario. Hay que darse cuenta que el enfado secundario aparece casi como un rasgo de la personalidad. Se siente porque hemos entrado por así decir en modo enfado, pero no es un enfado espontáneo provocado por la situación, y sin embargo envía las señales de enfado para que los demás tomen nota. Es un enfado que se juega en la relación, en nuestra imagen social en contraste con nuestra propia imagen del yo. El enfado protege un yo que no nos gusta que se vea.

enfado instrumentalEl enfado instrumental es algo más frecuente de lo que parece. Es también un enfado no provocado por la situación, aunque aparentemente para los demás si. Es la persona que se enfada mucho y parece estar cargada de razón. Posee agresividad en el trato y de ese modo protege y evita los acercamientos, las peticiones, en realidad las previene, y tiene un fondo manipulativo para conseguir que los demás, asustados, se comporten como nos parece.

enfado instrumental2El modo en qué podemos detectar el enfado instrumental es siguiendo las preguntas del gráfico. Lá última va precisamente en sentido contrario y dibuja el comportamiento sumiso, que es el opuesto del enfadado.

La persona que actúa habitualmente con enfado instrumental genera distancia con los demás que en un primer momento le hacen caso,pero no establecen relaciones duraderas: es muy difícil hacerlo con alguien que te grita con frecuencia para salirse con la suya.

Espero que os haya gustado esta clarificación sobre el enfado muy importante cuando hay que gestionarlo ya que no es lo mismo que sea primario, en cuyo caso hay que utilizarlo como guía, que si es secundario o instrumental. En cualquiera de los casos necesita un trabajo personal y una aceptación. Sin conocerse, sin aceptar nuestros límites no será posible la gestión del enfado.