El llanto del bebé (2): ¿qué puedo hacer?

Entrada escrita por Teresa Escudero, médico pediatra, doula y coach emocional.

Esta es la segunda de 2 entradas sobre el llanto en el bebe. La primera se centró en ¿Por qué llora un bebé?

¿Y cuándo llora, qué puedo hacer?7052957_s

La necesidad básica de los seres humanos (y la de todos los primates superiores) es el contacto. El alimento es importante, qué duda cabe, pero mucho más importante es el contacto, como demostraron ya hace décadas los clásicos experimentos de Harlow con los monos.

Cuando un niño llora, lo primero que está pidiendo es cercanía, contacto, PRESENCIA. Según la personalidad del niño, algunos llorarán solo cuando lleven un tiempo solos, otros llorarán en cuando los padres hagan amago de dejarlos en la cuna (incluso cuando todavía están apartando los brazos, el simple hecho de separarse del torso del cuidador, despierta una angustia terrible en algunos niños). Este llanto, agobiante para muchos padres y madres, nos recuerda que, como mamíferos altriciales, necesitamos alguien que nos cuide, que nos acoja, que nos abrace. Esta necesidad es universal, y el llanto del niño nos recuerda todas esas veces en las que lloramos… y por desgracia no fuimos acogidos, cuidados, ni abrazados. Todas esas veces que nuestros padres hicieron caso al “experto” de turno y nos dejaron llorar, cuando nosotros necesitábamos consuelo. Por eso, a la sensación desagradable que todos tenemos programada por la naturaleza para defender a la cría, se añaden sensaciones y emociones aprendidas, sentimientos de desamparo y tristeza, dolores antiguos que el bebé aviva sin saberlo.

Cuando un niño llora, es porque siente dolor. El dolor puede ser físico, puede ser evidente en la exploración clínica que hay una incomodidad, gases, estreñimiento, una rozadura del pañal o de la ropita del bebé. Pero hay un dolor más profundo, el dolor emocional. Los niños lloran a menudo por estrés, porque venir a este mundo es tremendamente estresante. Yo a menudo les pido a los padres que intenten pensar que han pasado un fin de semana en un SPA, relajándose, disfrutando, con un “todo incluido”, comiendo y bebiendo cuando querían y como querían… Y el lunes hay que volver a trabajar. Ese lunes todo nos parece peor, nuestro jefe está más quisquilloso de lo habitual, nos cuesta lidiar con el tráfico, y cuando volvemos a casa no lloramos, pero no nos faltan ganas de hacerlo…¡con lo bien que se estaba en el SPA!!

El bebé lleva 9 meses en un entorno cálido, seguro, húmedo, sin nada que le roce, flotando, sostenido por el útero, con alimento y bebida constante, a través del cordón umbilical. A veces sufre el estrés que tiene mamá, pues le llegan sus catecolaminas a través de la placenta, pero la propia placenta se encarga de protegerle, de dosificar incluso esos momentos de estrés materno.

Y entonces nace: Y entonces, por primera vez en su vida siente hambre y sed. Por primera vez en su vida siente frío, o calor. Por primera vez en su vida escucha los ruidos a través de aire, sin el manto protector de la piel, el útero y el líquido amniótico. Por primera vez ve la luz, que cuando es brillante incluso hace daño.

El bebé se ha acostumbrado a un contacto constante, a un movimiento constante, a una alimentación constante, a un ruido de fondo constante (corazón, intestino, voces amortiguadas de fuera, la voz de mamá…). Y eso espera y necesita cuando sale. El lugar más aterrador para un bebé humano normal, es un lugar duro, frío, que no contenga ni se mueva, silencioso y donde no puede comer cuando lo necesita. ¿Os suena? Sí, el lugar más estresante para un bebé humano es una cuna (sobre todo si está en una habitación distinta de la de sus padres).

¿Cómo hacemos para que el niño llore menos? ¿Cómo aliviamos ese estrés?

Simplemente haciendo caso a nuestro instinto. Nuestro cuerpo, nuestra emoción, nos pide que cojamos a ese bebé, que abracemos el llanto, que consolemos la tristeza. Y, como suele suceder, el mensaje del cuerpo, el mensaje de la emoción, es verdadero.

¿Si lo cogemos se calmará? Pues no siempre. Hay niños que necesitan llorar mucho, los niños que han vivido con su mamá un embarazo más estresante, los niños cuyos partos han sido más instrumentalizados y menos respetados, los niños nacidos por cesárea, los niños a los que se ha intentado “enseñar a dormir” con cualquier método que incluya el dejarles llorar, normalmente tienen más necesidad de llorar ese estrés añadido, y acompañar su llanto puede ser agotador.

Por eso os invito a que, al acompañar el llanto de vuestro hijo, acompañéis también vuestros antiguos llantos, que al abrazar a vuestro hijo, abracéis a ese niño interno al que no abrazaron cuando lo necesitó, que al contener a vuestro hijo, seáis capaces de reconoceros vulnerables. Y si veis que no sois capaces, que duele demasiado, pedid ayuda. El puerperio es un momento excelente para indagar en nuestra infancia, en nuestros miedos, para rescatar a ese niño interno que necesita ser mirado, comprendido y acogido. Pedir ayuda, buscar alguien que nos contenga a nosotros y nos apoye, que nos abrace sin juzgarnos, incluso alguien que pueda coger a nuestro hijo y calmarlo cuando nosotros ya no podemos más, es ser un buen padre, es ser una buena madre, porque sólo estando atentos a nuestra propia emoción, seremos capaces de estar atentos a las emociones de nuestros hijos.

Los niños son grandes maestros, con su llanto nos invitan a llorar nuestro propio llanto, nos invitan a no reprimir la tristeza, la rabia o la simple incomodidad. Nos recuerdan que tenemos derecho a ser consolados, pero también el deber de consolar.

Que el llanto de nuestros hijos nos ayude a reconocernos y a consolarnos unos a otros. El mundo se convertirá en un lugar mucho más amable y más hermoso.

Noor y jugar a tener heridas

Resumen: Noor ha empezado a decir que está herida y a pedir que le pongamos tiritas en su herida imaginaria. Algunas veces llora y patalea precisamente para conseguir que se le ponga una tirita o se le dé un poco de ibuprofeno. Agradece y busca todo el aspecto de cuidado que conlleva la enfermedad. Entre los dos aspectos de la enfermedad, el objetivo que se centra en la enfermedad y el subjetivo que se refiere a los cuidados personales que conlleva, pone el acento en el segundo.2012-12-13 12.28.48

Hace ya quizá dos o tres meses, no pienso que mucho más, es decir, aproximadamente desde el momento en que ha cumplido 3 años, Noor ha empezado a decir que está herida y a pedir que le pongamos tiritas en su herida imaginaria. Realmente no es estrictamente imaginaria, sino exagerada. A veces por pequeños golpes que no le han dejado marca alguna empieza a pedir que le pongamos un esparadrapo como si tuviese una herida. Así estamos gastando tiritas a toda velocidad en casa. Ella misma nos indica las tiritas en el supermercado para que no nos las olvidemos. Bueno esta atención a lo médico no se ciñe a las tiritas, también entran el jarabe para la tos y el analgésico para la fiebre. Pienso que al hacer estos fármacos agradables para el gusto del niño se ha conseguido que se lo tomen, pero también este exceso y hay que esconderlos como las chuches.

De ese modo Noor está pendiente no solo de sus síntomas, sino de todo el que se pone enfermo, «malito», de la tos de los demás y de la propia. Algunas veces llora y patalea precisamente para conseguir que se le ponga una tirita o se le dé un poco de ibuprofeno. Cuando no lo consigue del padre, a la madre o a la hermana. He de decir que a mi ponerle una tirita en la mano o en la frente sin herida no me importa mucho, me cuesta más darle dalsy sin necesidad. Si está efectivamente, como es el caso en este momento en que tiene afectada la garganta, algo enferma o con algunos síntomas, acepta fenomenal las medicinas y también el acudir al médico, entiende también que por ese motivo no va al colegio, al que por otro lado acude de buen gusto.

He observado detenidamente el tema y mi conclusión es que ella agradece y busca todo el aspecto de cuidado que conlleva la enfermedad o las heridas y mi impresión que le sirve para sentir de cerca el vínculo afectivo. Al ponerle una tirita siente que la cuidamos, que de algún modo es importante para nosotros.2012-10-14 19.01.21

Entre los dos aspectos de la enfermedad, el objetivo que se centra en la enfermedad y el subjetivo que se refiere a los cuidados personales que conlleva, pone el acento en el segundo. Para Noor la medicina no es una ciencia objetiva, científica, es un modo de obtener cuidados y por tanto atención de todas las figuras de su familia.

Sé que esta etapa la pasan muchos otros niños, sé que también los padres suelen ser indulgentes. De algún modo a mí me parece importante esta importancia de la afectividad, del cuidado de la relación y querría también subrayarlo. Ya no ponemos el acento solo en lo objetivo de los fenómenos, sino también en los vínculos y las relaciones. Si además esto nos lleva a darnos cuenta de la importancia de los aspectos subjetivos de la enfermedad, doy por buena esta entrada del blog.

El ámbito del regalo: lo económico, la política, la amistad, el amor.

Resumen: con el regalo nos salimos del terreno de los bienes económi­cos. Un regalo comercial lo consideramos (y así es) publicidad. En el caso del tráfico de influencias en política el regalo se usa para obtener poder. Nos queda la esfera personal, la de la intimidad, la de la amistad, o más ampliamente la de las relaciones sociales. Significa te valoro a tí, a tu persona; lo valioso que eres para mí. El regalo comprome­te a la persona que da y a la que recibe. El regalo hace algo que parece imposible a priori: actualiza y materializa el cariño. regalos-a-niños-inmigrantes-y-autóctonos-madrid.org_

En este día de los Reyes Magos, donde en España los niños disfrutan de sus regalos con toda la ilusión (y me gustaría de verdad que fueran todos los niños) voy a seguir con mis consideraciones sobre el regalo. En la entrada anterior (http://wp.me/p2KddV-83 ) decía que hay 2 motivos para regalo: (a) El regalo se dirige directamente a la persona, valora la persona. (b) Expresar el agradecimiento por algo que has hecho por mí, y que considero que no te puedo pagar.

Por tanto con el regalo nos salimos del terreno de los bienes económi­cos. El regalo, así en directo, no forma parte del tráfico comercial ni de influencias. Cuando lo es, nos damos cuenta de que son formas abusivas de regalo y no lo consideramos propiamente tales. Por ejemplo un regalo comercial lo consideramos (y así es) publicidad, parte del presupuesto de marketing de la empresa en cuestión que emplea esa forma directa de llegar al cliente. Por otra parte en la medida en que es regalo, o se considera así, produce sus efectos: alegría, sorpresa: grata novedad en la vida (y por eso lo utiliza el marketing).

En el caso del tráfico de influencias en política el regalo se usa (mejor se abusa) para obtener, no beneficios económicos, sino poder. La utilización que hace la mafia del regalo es típica: recibir un regalo compromete con aquel que lo envía. Esto lo descubre a primera vista el receptor en la desproporción entre regalo y amistad o intimidad con quien lo envía. En realidad no es un regalo, sino un modo de comprometer al receptor en la actividad del que lo envía: una compra de favores, el silencio en algo que se conoce, hacer circular un expediente con más rapidez, etc.: no es un regalo, es un pago, en una situación, donde un pago legalmente no se puede hacer. Es evidente que se trata de corrupciones en el uso del regalo. El regalo no se deja introducir en la esfera del poder, de la política: se corrompe y corrompe. Así constatamos que el regalo no entra ni en la esfera económica, no sería regalo, sino publicidad; ni en la política, genera corrupción.

papa noelEn cualquier caso el regalo no se mueve en el terreno de lo útil. Si, por ejemplo se regala una plancha a la pareja, no se sabe si se la aprecia a ella/él o queremos que planche su ropa, porque no lo hace. Por ello se regalan muchas veces cosas «inútiles» o superfluas, que se mueven más bien en el terreno de lo bello: el regalo por excelencia son unas flores (o unos bombones: una exquisitez). Unas flores dicen: es bonito que tu existas, la belleza nace contigo. La belleza es algo indisolu­blemen­te legado al regalo: no se regalan sacos de cemento, ni ladrillos, a no ser que entren en el recuerdo de algo valioso para la persona: un ladrillo de la pared donde estaba sentada cuando se conocieron.

Nos queda la esfera personal, la de la intimidad, la de la amistad, o más ampliamente la de las relaciones sociales: en esos campos es donde el regalo actúa, sin alterar su esencia. Algo social, que hace referencia a contacto personal.

Por tanto el regalo se mueve en el mundo personal, de la intimidad: en suma, en el terreno de los afectos. Los afectos marcan lo que me es querido. Un regalo tiene esa función: en una despedida se necesita dar regalos «para que te acuerdes de mi, de nuestra amistad, del tiempo que hemos vivido juntos». No se puede decir: «toma el dinero, cómprate lo que quieras», porque el regalo significa: he pensado en ti, te conozco, sé cómo eres. Por eso es tan importante ver el efecto del regalo, si hemos acertado o no con el corazón del otro, aunque a veces el que lo recibe tenga que pasar por alto la torpeza: lo que cuenta es la buena intención, así miran siempre las madres los regalos de sus hijos pequeños.

Luego podemos decir que el regalo no va a conseguir «algo», sino «alguien». Significa te regalos-a-niños-que-no-son-tus-hijosvaloro a tí, a tu persona; con el regalo estoy indicando lo valioso que eres para mí. Por eso el valor del regalo no necesariamente está ligado al valor que tiene en dinero, es más parece que lo repugna algo, aunque, como es evidente que el dinero es algo valioso, el que un regalo sea muy caro, significa también: valoro mucho.

Por eso podemos decir que el regalo no se mide ni por el dinero ni por la utilidad, se mide por el agrado que nos produce: si alguien me acierta, me hace feliz. El sentirnos valorados, el saberse valioso para alguien, supone un incremento de la propia estima. En sentido radical es la base de la autoestima, esta puede existir porque alguien (nuestra madre y/o nuestro padre, generalmente) nos quiso (y nos regaló todo lo que necesitába­mos), si nadie nos hubiese querido, la autoestima no aparece, la persona no se constituye. Antes hemos dicho que hacer un regalo es decirle a alguien: «es bonito que tú existas». Saber que somos algo «bonito» para alguien es importante, no hay cosa más dura que no sentirse querido, que no ser bonito «para alguien».

Se nos pone delante de este modo otro aspecto siempre presente en el regalo: la existencia de algún grado de intimidad entre las dos personas, la que hace y la que recibe el regalo. Es necesario que exista intimidad, conocimiento mutuo, para poder hacerse un regalo y los regalos se gradúan precisamente en función de esa intimidad: a mayor intimidad mayor posibilidad de regalo. Y también algo más: la hacen crecer. Hacerse regalos es algo que hace crecer la amistad, la intimidad, no solo señala su existencia, no es simplemente pasivo, es un elemento activo de la amistad: el regalo, como hemos visto que bien sabe la mafia, compromete. El regalo comprome­te a la persona que da y a la que recibe. Por eso hay tanto cuidado en si se deben o no aceptar los regalos y los novios cuando rompen se devuelven los regalos: ya no hay compromiso entre ellos.

Por eso el regalo tiene también la dimensión del compromiso con la persona; es, de algún modo, sellar el compromiso. El regalo materializa el amor, la pertenencia del otro a nuestros afectos y en esa medida compromete.

Ya lo dice de manera preciosa y profunda Pedro Salinas:

Regalo, don, entrega

símbolo puro, signo

de que me quiero dar.

Como me gustaría ser eso que yo te doy

y no quien te lo da.

El regalo termina estando en el centro de la relación de persona a persona, en el centro del amor. Esta constituido por los mismos elementos del amor: alegría (el amor es su misma fuente), sorpresa (el amor introduce la novedad en la vida), afectos (el mundo personal, compartir la intimidad), permanencia (irrevocabili­dad) y por fin don y entrega. El regalo hace algo que parece imposible a priori: actualiza y materializa el cariño. Lo actualiza, ya que cada vez que se regala pone de manifiesto que sigue existiendo y lo materializa: va dejando mojones del recorrido del amor (de la amistad) de la vida de dos personas. Porque de amor es de lo que se vive.

El tacto y la caricia, la comunicación y la persona

Resumen: la caricia no es simplemente un contacto físico, es un contacto humano y tiene un significado. La caricia o el abrazo dice al otro que le considero como alguien semejante a mí. El tacto, la caricia, el beso y el abrazo, comienzan por ser una necesidad en la persona. El contacto físico introduce en el mundo personal y por tanto humano. Sigue leyendo

La importancia del tacto: con las caricias se vive

Resumen: ¿A qué paisaje nos abre esa ventana que es el tacto? El punto fundamental de toda esta  cuestión está en como se concibe la conexión entre razón y las emociones y sentimientos. El tacto nos hace real y cercano el mundo de lo particular. Es el sentido de lo singular, lo concreto, lo irrepetible. El tacto hace vivir al situarnos en el aquí y el ahora. Nuestra referencia espacio-temporal procede del tacto.

Hace ya un tiempo me llevaron a pensar en el tacto las palabras de un enfermo de sida que no quería morir solo, sino en el albergue donde le habían atendido. Su motivo era: «sé que cuando este muriendo estaréis ahí cogiéndome la mano». ¿Por qué es tan importante la caricia? ¿Qué significado tiene el tacto, que nos parece lo que necesitamos en un momento tan clave como la muerte?

Sin embargo el tacto es un sentido bastante ignorado por la reflexión intelectual desde los clásicos griegos, al menos en mi trayectoria he encontrado muy pocas cosas escritas alrededor del tacto. Incluso se podría decir que es un sentido vilipendiado frente a la vista o el oído, que han sido considerados los sentidos nobles, los importantes para vida la hombre, los que se considera que conectan con la vida racional o intelectual. Vista y oído se podrían concebir como la base sobre la que se desarrolla una cultura. Sobre el oído se desarrolla la Edad Media. La vista comienza a tomar preminencia desde el Renacimiento. Esto es al menos lo que afirman los autores clásicos. Nosotros ahora podemos decir que esa preminencia de la vista ha pegado un salto fuerte en el siglo XX: estamos en la civilización de la imagen. Sin embargo los dos planteamientos, el clásico y el actual, se refieren a la relación de los sentidos con la razón, con mayor precisión con el lenguaje: las palabras son consideradas el modo universal de comunicación humana; el pensamiento humano se basa en ellas y los sentidos adquieren importancia por su relación con la adquisición de las palabras.

No se sale de ese planteamiento cuando se pondera la importancia del tacto como vehículo de la lectura en los invidentes, como soporte del lenguaje braille. Es el mismo esquema, ya que la importancia del tacto se considera ligada al lenguaje; sin embargo, su valor para la persona no puede proceder simplemente de que pueda ser desarrollado para cubrir esferas de relación externa no cubierta por otros sentidos, ya que en tal caso quedaría reducido a un papel meramente supletorio. ¿La influencia del tacto (dejamos por ahora a los otros sentidos: gusto y olfato) es solamente marginal? Como se puede entrever, en el fondo la pregunta apunta hacia la esencia del conocimiento humano y del cómo este se conecta con el exterior; ya que las puertas de ese contacto son los sentidos. En los últimos tiempos he ido descubriendo una importancia al tacto como sentido fundamental en la relación humana, con  posibilidades que es difícil exagerar. Por eso mi pregunta es muy concreta: ¿a qué paisaje nos abre esa ventana que es el tacto? ¿con que nos relaciona? ¿qué aspectos de nuestras relaciones resalta el tacto?

Creo que el punto fundamental de toda esta  cuestión está en como se concibe la conexión entre razón y las emociones y sentimientos. Si la razón es concebida como enfrentada a los sentimientos, estos son vistos en modo negativo y vista y oído son considerados los sentidos fundamentales: son los sentidos de la abstracción, ya que son los que facilitan el material (las palabras, el lenguaje) para que la razón funcione. En este caso, la razón es el instrumento de lo general, de lo objetivo y la verdad es concebida solamente como universal. Si, por el contrario, razón y sentimientos no se oponen, entonces los sentimientos son vistos en modo positivo, y tenemos la posibilidad de adentrarnos en el mundo de lo subjetivo, de lo personal. Los sentimientos nos dan precisamente ese mundo de la intimidad personal. En este caso lo subjetivo es también verdadero. Desde este punto de vista el tacto adquiere una gran importancia. Tacto, olfato y gusto son sentidos de lo concreto, no de lo general. Especialmente el tacto nos hace real y cercano el mundo de lo particular; es el sentido de lo singular, concreto, irrepetible.

El tacto es un sentido que personaliza, baja a lo concreto, no trabaja con la abstracción. Alimenta nuestros afectos, nuestro vínculo con las cosas, nuestro conocimiento concreto de la ubicación, de las personas concretas, de las experiencias… nuestras vivencias son siempre algo concreto. El tacto es un sentido que nos indica el aquí real, por ejemplo, esta persona me protege, me valora como alguien concreto, singular, irrepetible. Luego, el tacto nos hace vivir aquí, nos sitúa en el espacio concreto en el que estamos.

El tacto no sólo señala un aquí, señala también un ahora. La caricia es un lenguaje de presente, es decir se refiere al presente en directo. El lenguaje hablado se refiere al pasado para recordarlo o al futuro para proyectarlo y sólo indirectamente al presente, es decir sólo en la medida que recordar el pasado o tener un futuro es necesario para el presente. No se puede hablar del presente, sino cuando ya ha pasado, por ejemplo para recordarlo, mientras se vive no se habla de él, simplemente se vive. La caricia por el contrario se dirige al presente y solo indirectamente al pasado o al futuro: al dar seguridad en el presente, pone la base de confianza que nos puede permitir realmente afrontar ese futuro, o conjurar ese pasado de soledad que nos oprime. Por eso con la caricia se vive. El tacto hace vivir al situarnos en el aquí y el ahora.

Luego es el tacto el que nos hace vivir aquí y ahora y sin él difícilmente podríamos ubicarnos. Nuestra referencia espacio-temporal procede del tacto. El aquí y el ahora nos dan el presente. Y el presente es donde realmente vivimos. El futuro es proyecto, el pasado es recuerdo. El aquí y el ahora es lo que realmente tenemos, y sin saber estar en ellos no vivimos. Toda la experiencia, toda la vivencia es aquí y ahora.

El beso y la mujer y el hombre

Resumen: Lo importante hoy es el aprendizaje y la potenciación del nivel afectivo, más allá de los estereotipos de sexo. «Como es el día debe ser la noche». El  beso cumple una misión como lubrificante de la vida cotidiana, la vida se hace fácil, suave, si el afecto está presente.

 

Hay una primera aproximación al tema: todos los actos humanos son sexuados, están hechos por personas que son hombre o mujer y no es lo mismo que lo haga uno o el otro, el beso responde por tanto a esas características y de una forma muy clara. Los hombres y las mujeres no tienen la misma dinámica afectiva, ni tampoco por tanto la referente a los besos. Aunque hay que añadir que el peso de la educación tradicional ha forzado, a mi entender de un modo sesgado, los papeles de ambos, haciendo estereotipos de que las mujeres besan más y los hombres rechazan esas manifestaciones afectivas. A mi entender habría que buscar un camino de liberación de ese peso tradicional y permiten a cada persona que expresase con libertad su afectividad.

Hemos hablado del beso como un elemento clave que integra el nivel afectivo (la ternura), con el  sexual. Recuerdo a este respecto lo que una vez me dijo una mujer: «para la mujer, como es el día es la noche, en cambio el hombre es más capaz de introducir un punto de rotura entre el día y la noche». ¿Qué quería expresar aquella mujer? Pues que una mujer enfadada con el marido o simplemente distanciada por lo que sea, no le encuentra sentido a tener relaciones sexuales con él, ya que estas se deben integrar siempre en el conjunto de su vida, lo que le viene indicado por la situación de sus sentimientos hacia él. En cambio, en su percepción, el hombre es más capaz de olvidarse de las distancias afectivas  y centrar su atención en lo sexual, buscar las  relaciones sexuales sin tener en cuenta como se encuentra su pareja. Lo cierto es que después he encontrado hombres que se han entusiasmado al descubrir la idea, es decir que para ellos también como es el día debe ser la noche, y es que hablando de hombre y mujer es difícil no quedarse en estereotipos. Quizá lo único posible es hablar en términos sociológicos de tantos por ciento que hacen uno u otro comportamiento, porque siempre hay representantes del comportamiento en cada sexo.

Por todo lo visto en mi opinión lo importante hoy es el aprendizaje y la potenciación del nivel afectivo, más allá de los estereotipos de sexo. El beso es un elemento clave de la dinámica afectiva y por ello debe entrar dentro de la educación emocional. Al igual que en una sonrisa, donde parece que la persona sale por los poros, en el beso la persona sale, se expresa: el cuerpo, el beso hace visible esa expresión, hace visible el cariño, el afecto.

El beso tiene la importancia de marcar el aquí y el ahora. El beso es siempre actual: actualiza el cariño; o con más precisión, es su elemento de actualización. Sirve para expresar el hoy; el beso dado ayer no sirve para hoy. Es esta una función muy importante: de la facilidad o de la reluctancia a dar el beso hoy, deduzco como esta la temperatura del cariño… o la distancia. Al actualizar el cariño, el beso cumple una misión como lubrificante de la vida cotidiana, la vida se hace fácil, suave, si el afecto está presente, y el beso nos hace precisamente eso: presente el afecto, sin el, la vida es mucho más áspera, más difícil.

El beso y el sexo

Resumen: el beso está integrado por ternura y sensualidad. Simboliza  la ternura y, por tanto, el afecto, la vinculación y ejerce una función de acercamiento y excitación sexual. El que besa imprime su intencionalidad en el beso. Sin la preparación de los besos y su concordancia con la entrega sexual, se introducirían disonancias en la relación y la persona no podría tener la seguridad de ser acogido. Se podría decir que el acto sexual es el último beso entre dos personas que se quieren, de ese modo se lo dicen todo. E s necesaria una educación en el beso, del contacto físico-afectivo con los demás

He hecho ya dos entradas sobre el beso y seguramente hay una pregunta esta ya aflorando a la mente: «¡Este hombre habla de todo menos de lo obvio!, ¡el beso tiene que ver con el sexo, es una de sus puertas de entrada!».

Para responder específicamente a la pregunta sobre la relación entre beso y sexo, hay que descomponer el beso en sus elementos, y podemos decir que, desde un punto de vista fenomenológico, está integrado por ternura y sensualidad.

La ternura se mueve al nivel afectivo: el beso claramente tiene un componente de ternura, casi se podría decir que simboliza la ternura y, por tanto, el afecto, la vinculación que se siente hacia una determinada persona. Cuando besamos estamos indicando esta vinculación, de quien besa hacia quien recibe el beso. De esto he hablado en: «qué significa un beso» (http://wp.me/p2KddV-4l ).

El beso tiene también un componente de sensualidad: no podría ser reducido a una acción sexual, como sucede con frecuencia, si no tuviese un componente sexual: el beso ejerce una función de acercamiento y excitación sexual. Sin embargo, ambos elementos, afecto y sensualidad, no son alternativos, se dan conjuntamen­te.

Los matices, la entonación que coge cada beso dependen de la intención de la persona. El que besa imprime su intencionalidad en el beso.  Se percibe que hay entonaciones posibles en el beso: con más ternura (más afectivo), más sensual (más sexual). Es una gama de matices que va desde la ternura hasta la sensualidad pura, desde el afecto hasta el sexo, con todas las proporciones posibles.

Por su parte al sexo en el lenguaje y percepción común, o lo llamamos sencillamente sexo o lo llamamos amor. Y esa variación tiene una incidencia clara en los besos. No olvidemos que a las prostitutas les cuesta dar besos, conectan beso y su propia intimidad, mientras que la relación sexual queda fuera. Cuando consideramos que es amor, entonces sexo y besos conviven sin dificultad. En este caso nada más natural que la relación que significa la entrega de dos personas mas completa emocionalmente que conocemos, la relación sexual, venga preparada, por actos (besos) que significan, como hemos visto: ‘yo te protejo’, ‘estoy contigo’, ‘perteneces a mi mundo’; actos que también significan apertura y disponibilidad al otro. Sin la preparación de los besos y su concordancia con la entrega sexual, se introducirían disonancias en la relación y la persona no podría tener la seguridad de ser acogido. Esto es lo que a mi parecer detectan las prostitutas cuando no quieren mezclar sexo y beso.

De la relación sexual, cuando es amor, la persona deduce un claro (o según los casos no tan claro) «no estás solo», «conmigo superas la soledad», «hemos hecho de dos, una unidad». Cuando las dos comunicaciones se hacen simultáneamente llevan como significado el mutuo darse y recibirse, el mutuo saber que se pertenecen recíprocamente. Esto está incluido en el significado del beso en la boca: «te protejo», «me proteges», los dos somos el uno para el otro al mismo nivel. Sin transiciones bruscas, sin estridencias el beso aquí integra dos niveles de la persona el afectivo y el biológico-instintivo, y también  integra a las dos personas entre si. Se podría decir que el acto sexual es el último beso entre dos personas que se quieren, de ese modo se lo dicen todo, todo lo que son como personas, se dan uno al otro.

Me parece que lo dicho se puede resumir en dos ideas: el beso tiene un espesor personal muy grande, que expresa muchísimas cosas, hasta poder abarcar todo el mundo personal. El enamorado  ve cambiar el mundo (realmente «su» mundo) al recibir un beso. La segunda: como todas las cosas humanas ese rico contenido se puede utilizar (y también deformar o reducir) de varios modos, de muchos: se matiza siempre con la intencionalidad que le imprimimos, aunque manteniéndose dentro de su contenido, de lo que puede expresar por sí mismo, que es mucho. Resumiendo: el beso  es uno de los elementos de integración de las diversas esferas del hombre, la sexual, la afectiva y la espiritual, incluyéndolas en la social o de relación, que es donde específicamente se producen los besos. De este modo el beso integra toda la persona en una relación con otra.

Por todo lo dicho se adivina que es necesaria una educación en el beso, del contacto físico-afectivo con los demás, que es indudablemente una parte fundamental en la educación de la afectividad. Se trata de no permitir la banalización del beso ni besos insinceros. Y a las personas a las que se quiere de veras, a esas sí: besarlas y besarlas mucho. Las personas necesitan que se les recuerde con frecuencia el mundo personal al que pertenecen, sino las señales que lo delimitan se tornan desvaídas. Hay que aprender a querer, a decir estoy contigo y a no decirlo rutinariamente. El lenguaje del cuerpo, del que el beso es un elemento central, es más cercano a nuestra sensibilidad, a nuestras tripas, expresa mucho mejor que las palabras esa cercanía y pertenencia, y también por ello pide más sinceridad. Quizás por esto el peor beso sea el indiferente, el dado como costumbre mientras se sigue mirando el partido de fútbol en la televisión: ese es el que más daño hace.

Sobre el miedo y los vínculos afectivos

Resumen: la zona de comodidad es el lugar donde nos sentimos seguros y cómodos. Ir saliendo de la zona de comodidad es ir traspasando barreras de miedo creciente. Yendo hacia afuera encontramos también que la vinculación es decreciente. Presencia no es lo mismo que presencia física. Nuestro espacio está configurado de este modo por nuestros afectos

Desde hace tiempo he utilizado una dinámica bastante conocida y popular, que aporta claridad para poder trabajar el miedo. Se trata de la figura adjunta, donde se ve una serie de círculos concéntricos. Primero una observación: La zona de terror no rodea enteramente la zona de riesgo, sino que son puntos o áreas concretas, situadas donde sea, pero donde nos da terror entrar, no queremos hacerlo de ningún modo.

En el medio de esos círculos se encuentra la zona de comodidad, el lugar donde nos sentimos seguros y cómodos (lugar en sentido amplio porque son diversos sitios, tanto personales, por ejemplo nuestra casa, como de trabajo, como lugares especiales para nosotros, un lugar en la playa o en la montaña donde nos sentimos a gusto, relajados). Es interesante realizar los círculos, en eso consiste el ejercicio, pensando en aspectos concretos, por ejemplo en nuestro trabajo: dónde nos sentimos cómodos, no solo en relación con tareas, sino también con personas.

Siempre había hecho el razonamiento desde el miedo. Ir saliendo de la zona de comodidad es ir traspasando barreras de miedo creciente. Se desde la molestia y el fastidio o la incomodidad, hasta zonas de incursión donde entramos de puntillas, o prevenidos, hasta zonas de riesgo con miedo ya claramente definido.

No había hecho el razonamiento desde la vinculación, que es una de las finalidades del sistema afectivo. Yendo hacia afuera encontramos miedo creciente y vinculación decreciente. De tal modo que cuanto más fuera menos presencia nuestra se encuentra. La vinculación regula también nuestra presencia. Así que donde sentimos miedo no estamos nosotros,  nuestra presencia desaparece y donde estamos vinculados nuestra presencia está.

Presencia no es lo mismo que presencia física. Amina, mi mujer, no está conmigo en este momento, se encuentra a cientos de kilómetros, y sin embargo la tengo presente, no dejo de tenerla presente. Está más presente que muchas cosas y personas que tienen cercanía física y que sin embargo no tienen para mi presencia, como muchas personas que me he encontrado esta mañana en el metro y a las que casi ni siquiera he visto.

Así que presencia y vinculación afectiva correlacionan positivamente. Vínculo afectivo es seguridad de la relación, y desde ahí tranquilidad, comodidad y seguridad para nosotros. Nuestro mundo, nuestro espacio está configurado de este modo por nuestros afectos, nuestros vínculos. El  sistema emocional es el que nos sitúa en el espacio.

El espacio, los lugares no son neutros para nosotros, se organizan según su vinculación afectiva con nosotros. Tienen una relación con nosotros que los organiza.

Voy a dejar aquí estas notas de observación que me parece pueden ser fructíferas sin sacar ahora más consecuencias, es mejor dejar que maduren

Qué significa un beso

Resumen: Un beso significa pertenencia al propio mundo. El afecto indica vinculación. La falta de besos indica distancia. Hay una diferencia entre darlo y recibirlo el rechazo del beso tiene un aspecto muy fuerte.

Esta entrada continúa la que se llama: Cuál es el valor de un beso: http://wp.me/p2KddV-4e

¿Qué significa dar un beso? Pienso que algo así como: ‘estoy dispuesto a protegerte’, ‘puedes confiar en mí’ o bien ‘puedes contar conmigo’. Este es claramente un componente fenomenológico del beso dado a los niños, cuanto más pequeños más. Con cada beso la madre les dice: ‘no te preocupes’, ‘estate seguro’, ‘velo por ti’. El afecto indica vinculación, compromiso, pertenencia al propio mundo personal. Por ello la falta de besos indica distancia, distancia afectiva. ¡Que clarísimo es esto en muchas ocasiones! Cuando escasean los besos, o mejor cuando se dan con dificultad empieza a faltar la confianza, aparece una grieta en la vinculación con esa persona, en su pertenencia al propio mundo. La persona siente algo así como: «no siento necesidad de ti» o «me eres cosa ajena».

Esto es válido también para los besos de saludo. El saludo, aunque tiene un carácter convencional, tiene que ver con el reconocimiento de la otra persona (http://wp.me/p2KddV-1y) y el beso de saludo sitúa en esa dirección: «te reconozco como capaz de pertenecer a mi mundo, te doy la muestra de afecto como entrada».

Es interesante fijarse en la dificultad que de pronto los adolescentes encuentran en dar besos; ellos están en el momento de la formación de una intimidad propia (que se inicia a la vez que la esfera sexual irrumpe en lo biológico y lo comportamental, es importante esta idea que sexo e intimidad irrumpen a la vez), por eso tienen que empezar a escoger quién pertenece y quién no a su mundo personal. El niño da besos a quién le dice su madre, el adolescente reivindica esa autonomía («mi mundo voy a delimitarlo yo») y por eso aparece un tiempo de incertidumbre del beso, para decidir qué personas serán confirmadas y pasarán a pertenecer a su mundo afectivo de adulto.

¿Qué significa recibir un beso? Hay una diferencia entre darlo y recibirlo, aunque sólo sea porque el que lo da tiene un rol activo y el que lo recibe pasivo. Solo el beso en la boca permite la igualdad total y confunde los papeles del que da y del que recibe: es el beso recíproco, que apunta a un mundo común, a compartir mundos. En los demás casos, quien recibe el beso confirma con su aceptación del beso su pertenencia al mundo personal de quien lo da, pero su rol es pasivo, de simple aceptación.

Esta aceptación del beso es importante ya que el rechazo del beso tiene un aspecto muy fuerte: es difícil rechazar un beso, se percibe como rechazo del otro, ya que se rechaza que pertenezca al propio mundo. Por esta misma dificultad del rechazo (aunque sea simplemente saludo), cabe obligar con los besos cuando hay una fuerte vinculación. La dependencia afectiva, la que marcan los besos, es muy fuerte, seguramente la más fuerte en el ser humano.

Continuará…

Cuál es el valor de un beso

Resumen: ¿Cuánto cuesta un beso? ¿Cuál es el valor económico de un beso? el beso es el símbolo de lo gratis, de lo que no se puede comprar con dinero ¿Cuanto vale un beso? nadie tiene «derecho» a un beso, siempre es regalo. Con el beso delimito el territorio de lo que me es personal, íntimo.

 

Cualquier pregunta sobre el beso me parece una pregunta importante porque toda la dinámica afectiva tiene en el beso su expresión central. Así que me planteo muchas preguntas, la primera es: ¿Cuanto cuesta un beso? ¿Cuál es el valor económico de un beso? La respuesta es directa, todo el mundo diría lo mismo: nada, es gratis. Esto es tan claro que se podría decir que el beso es el símbolo de lo gratis, de lo que no se puede comprar con dinero, es el símbolo del regalo. Un beso es el regalo por excelencia, es más simboliza y acompaña cualquier regalo. Por eso lo doy si quiero y a quien quiero. Es algo que esta totalmente en mi dar o no. Muy importante también esto: si lo doy a quien quiero y es gratis, nadie tiene «derecho» a un beso, siempre es regalo.

Segunda pregunta: ¿Cuanto vale un beso? Esta pregunta por el valor del beso es interesante. La anterior dice ‘cuanto cuesta’, y hemos dicho que es gratis, se podría concluir, por tanto, que su valor es cero. Sin embargo, y aquí esta la sorpresa, es gratis, pero no porque no valga nada, sino porque no se puede pagar. Vamos a pensarlo como receptor: ¿Cuanto te daría por un beso? Aquí aparece el recuerdo de Becquer: «Por una mirada un mundo/ Por una sonrisa un cielo/ Por un beso …/ Yo no se lo que te daría por un beso». La respuesta del poeta es clara: no te lo puedo pagar o me lo regalas o yo no tengo dinero para pagarlo.

De lo dicho hasta ahora podemos establecer una constatación, por otra parte obvia: el coste del beso no es medible, no se mueve en el terreno de lo económico, de lo bienes mensura­bles, de la cantidad, de las matemáticas: todo eso nada tiene que ver con el beso, no nos dice nada sobre él. Por el contrario se puede decir que el beso me introduce en el mundo de lo personal: doy un beso a las personas que considero cercanas a mí.

El beso es un elemento afectivo que sirve para algo así como poner una marca, señalar a aquellas personas que entran en mi terreno personal. Es decir con el beso delimito el territorio de lo que me es personal, íntimo. Es decir, el mundo de los afectos, de los amores de la persona. ¿A quién beso?: a mi pareja, a mis hijos, a mi madre, a mi familia; y también objetos que simbolizan algo que, en general, ha costado mucho, que me son muy caros: el naufrago que besa la tierra al llegar, la copa de ganador, etc. Resumen: el mundo personal, lo que es valioso en «mi mundo». Valga un ejemplo un poco pedestre: el beso marca el terreno de mis afectos, como un perro su territorio levantando la pata, aunque en el caso del beso no se hace desde el punto de vista de advertencia a terceros, sino como el más fuerte indicador afectivo entre las dos personas implicadas.