El enfoque de las necesidades especiales: NECESPORT

Entrada escrita por Daniel Sancho Tos, entrenador deportivo emocional y fundador de NECESPORT y por Antonio Esquivias

Hasta hoy la forma habitual de ayudar a los  niños con Necesidades Educativas Especiales es sacarlos del aula para darles un apoyo más personalizado, pero siempre ubicándolos en otra aula y trabajando con la misma metodología aunque reduciendo los contenidos y exigencias de la materia.

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El cuerpo psicofisiológico y el fantástico: la terapia psicomotriz.

“Usted tiene el pincel y los colores. Pinte el paraíso y entre después en él” (Nikos Kazan Takis)

Mariángeles San Millán Blanco.  Psicomotricista de la Infancia a la Vejez e Integración. Maestra Educación Infantil y Primaria. Didáctica Musical.

Me gustaría en esta entrada indicar el concepto de cuerpo que utiliza la terapia psicomotriz. Utilizando las ideas del Doctor Rodolfo Rodríguez, Psiquiatra infantil en el Hospital del Cantón en Ginebra, y Profesor de la Escuela de Psicomotricidad de Ginebra.my0DGzI

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La dinámica de la inversión en los besos

Desde hace mucho tiempo he estado interesado en el beso (en este blog llevo ya 4 entradas, ver por ejemplo: http://wp.me/p2KddV-5j ), me llama la atención su elevada presencia en las interacciones humanas y lo poco que se ha escrito y estudiado el beso, no sabemos casi nada del beso. El beso ha estado ausente en la cultura hasta tiempos muy recientes en que las emociones y las relaciones están entrando en la cultura y en la investigación científica. Es un fenómeno que se producía, pero que no merecía la atención. Y es un fenómeno muy, muy importante.

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Emociones: resumen en 3 dimensiones

Ya han aparecido bastantes cosas en este blog sobre qué es una emoción. Ahora, como un resumen, querría indicar las 3 dimensiones de la persona que se activan a la vez y de modo indisoluble con cada emoción:

1)     Cognitiva

2)     Somática

3)     Relacional9330310_s

Las dos primeras son del individuo, la tercera, la relacional, es social y se apoya en la dimensión somática, es decir no posee ningún mecanismo específico.

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Decidir lo que hay que sentir

Resumen: hay dos corrientes de interpretación de la inteligencia emocional, decidir que hay que sentir y aceptar lo que se siente. Cada una responde a un modo de concebir la persona diverso. Quien decide que hay que sentir es una cabecita pensante y decididora. Quien acepta lo que siente es una persona con cuerpo en contacto con su suelo, con su realidad. Esta última es la línea de ISIE.

Hay toda una corriente de inteligencia emocional que entiende que somos capaces de 15743954_sdecidir en cada momento lo que queremos sentir. En mi opinión se trata de una mala comprensión de la psicología positiva, pero que se haya muy extendida. Es una especie de optimismo contagioso que dice que podemos elegir que sentir en cada momento, especialmente podemos decidir, en los momentos en que experimentamos sentimientos desagradables, dejar de sentirlos, que eso depende de nosotros, que si nos seguimos sintiendo mal es porque no hemos querido salir de ese sentimiento, que dejar de sentir en “negativo” depende de nosotros.

Esta idea está también bastante extendida en la cultura de relación habitual y, por poner un ejemplo corriente, cuando un maestro se encuentra un niño llorando, le sale natural el: «¡No llores! Vamos a ver qué pasa». Y el maestro dedica sus esfuerzos a que el niño o niña deje de llorar, y cuando lo consigue se queda tranquilo.

Bueno pues, los dos casos que he expuesto tienen algo en común, en ambos hay alguien que decide cómo hay que sentir. Es decir, no se acepta la emoción desagradable y se sustituye por una agradable. Lo que pasa es que no se califican así sino positiva y negativa. Es decir se hace una identificación entre negativa y desagradable y entre positiva y agradable. Esta es la segunda gran falacia (que merece una entrada que prometo dedicarle), que se une a la de que efectivamente podamos decidir qué sentir.

Vamos por partes. Lo que sentimos en cada momento depende de nuestro sistema emocional, de nuestra sensibilidad, tanto la que se refiere a los sentidos, como a su elaboración y valoración interna que son las emociones y sentimientos. La razón, esa instancia decisoria y que nos hace creer que estamos por encima y podemos decidir sobre nuestros sentimientos, en realidad trabaja sobre la experiencia, sobre las vivencias acumuladas. La verdad es que también acumula etiquetados, nombres que le hemos puesto a cada cosa, a cada suceso que nos ha ocurrido, a cada aprendizaje. Pero es un gran error pensar que es totalmente independiente de lo que sentimos, que puede decidir autónomamente, sin partir de los datos que le da el sistema emocional: sensaciones, emociones y sentimientos. Pensarlo o, lo que es peor, actuar así es desconectarse de la realidad, o si se quiere de modo más concreto de nuestro suelo, de nuestra experiencia, de todo lo que nos ha pasado y nos está pasando también ahora, y decidir sin contacto con la tierra que pisamos. Esta es la primera gran falacia y como tal falacia, irrealizable.

Lo que sentimos tiene un contacto muy importante con la tierra, con nuestro suelo, con lo que nos pasa en realidad, por lo que si estamos enfadados es que alguien ha pisado un terreno que consideramos nuestro. El enfado nos indica eso, por eso si alguien nos dice: «¡No estés enfadado! ¡No vale la pena!», en realidad no nos soluciona nada, o mejor apela a nuestra razón para que decida no sentir el enfado, pero el sistema emocional va a seguir tozudo sintiendo que alguien ha pisado nuestro terreno, algo que consideramos propio.

Esa emoción, el enfado, apunta a una necesidad, en modo resumido: que se respete lo que es nuestro, y decidir que ya no es nuestro o que no nos enfada que nos lo quiten, no va a servir de nada. Si el sistema emocional sigue percibiendo que nos siguen pisando el terreno, va a seguir enviando oleadas de irritación que van a negar el esfuerzo de la razón de que tal enfado no existe, de que estamos y nos sentimos bien, de que es solo una emoción negativa y que somos capaces de quitarla porque lo hemos decidido así.

En el fondo, si se piensa bien, detrás de ambas concepciones, la que decide qué sentir y la que acepta lo que se siente, hay dos ideas diferentes de la persona humana. En la concepción en la que decido qué sentir, en realidad no somos más que una razón que decide, una cabecita pensante, un sujeto etéreo, en el aire, al que no le pertenecen las emociones y sentimientos, que son algo externo que más bien se sufre y sobre lo que se puede decidir, igual que se puede decidir estar sentado o de pie, o comer una manzana o una pera. La concepción que acepta lo que siente es una visión del sujeto que lo integra con sus emociones, sentimientos y sensaciones, estas son parte del sujeto. Se trata de una persona más en contacto con la realidad de su experiencia, con su suelo, con lo vivido, en resumen: con nuestro cuerpo, somos seres con cuerpo, no espíritus puros.

Quedan muchas cosas que decir y matizar sobre este tema, por lo que no creo terminarlo aquí, pero lo escrito me parece suficiente para una entrada. Prometo seguir esta reflexión con vuestras aportaciones en otras posteriores, porque me parece muy importante a día de hoy, pues está haciendo daño a la inteligencia emocional, al meter a las personas en caminos que no se pueden recorrer y conseguir de hecho muchas frustraciones y desilusiones.

El llanto, una interpretación

Resumen: las lágrimas son un síntoma de desbordamiento emocional. El desbordamiento del llanto se produce con más facilidad con la tristeza, porque la tristeza es una emoción que nos cierra y por ello tiene la capacidad de concentrar. Es como si la emoción fuese un líquido que llena nuestro cuerpo hasta que llega a desbordar por los lacrimales. La emoción tiene una ubicación somática y se almacena en el cuerpo. La capacidad de almacenamiento de la emoción es limitada. Nuestras emociones están conectadas de un modo muy estrecho con nuestro cuerpo y también con nuestros significados.

Normalmente asociamos las lágrimas a la tristeza, pero no solo la tristeza produce 95753275lágrimas, también la rabia y asimismo la alegría.

En realidad las lágrimas son un síntoma de desbordamiento emocional. Tenemos tanta emoción que esta no nos cabe dentro y se nos desborda, en forma de lágrimas. Había puesto que el desbordamiento es sin poderlo controlar. En realidad esto no es preciso, si que podemos controlar el llanto que pugna por salir, pero siempre que sale es como desbordamiento, un momento en que la emoción prevalece sobre la razón.

Tristeza, rabia y alegría son tres ejemplos de emociones que pueden producir ese desbordamiento que son las lágrimas. No son los únicos.

200152617-001El desbordamiento del llanto se produce con más facilidad con la tristeza, porque la tristeza es una emoción que nos cierra y por ello tiene la capacidad de concentrar. La tristeza se vive para adentro, nos hace vivir para dentro y este cerrar las salidas es precisamente lo que acumula el llanto con facilidad.

Por el contrario, la alegría se vive hacia afuera. Es una emoción que precisamente facilita el contacto y que disipa mucha energía. Por ello es difícil que con ella se logre el desbordamiento en forma de lágrimas. Aunque también se produce.

La rabia es el tipo de enfado (emoción básica a cuya familia pertenece la rabia). La rabia es el enfado reconcentrado. La rabia es un sentimiento que junta el enfado con la impotencia. Un enfado que tiene difícil su expresión por el motivo que sea. Por ello se trata del enfado que mayor facilidad produce lágrimas.

Es curioso que el desbordamiento emocional tenga una expresión física tan clara como son las lágrimas. Es como si la emoción fuese un líquido que llena nuestro cuerpo hasta que llega a desbordar por los lacrimales.

La conexión cuerpo-emoción es más fuerte de lo que pensamos. La emoción tiene una ubicación somática y se almacena en el cuerpo. Estamos muy acostumbrados a fijarnos en la conexión de significado y menos a esta conexión somática. Y la emoción es tanto significado cognitivo como conexión somática.

También, como vemos, una gran cantidad de emoción no puede ser almacenada en ese mismo cuerpo y por eso se desborda. Esto nos lleva al punto que la capacidad de almacenamiento de la emoción es limitada, y está limitada por el cuerpo. No carece de importancia este descubrimiento. También esta el hecho que llevamos mal que se descubra esta limitación y tendemos a esconder las lágrimas a no dejar que los demás las vean.

En el caso de la tristeza resulta claro que el llanto es expresar algo que nos desborda, algo 81849543que no tiene cabida en nosotros. La pena es tan grande que expresa que el mundo ha dejado de ser comprensible para nosotros. En la rabia pugnamos con los límites de ese mundo que se ha hecho estrecho para nosotros. La alegría está hecha en si misma de desbordamiento: ampliar límites, conectar más y más.

Termino aquí nuestra interpretación del llanto, una expresión emocional de gran importancia, donde de nuevo se pone de relieve que nuestras emociones están conectadas de un modo muy estrecho con nuestro cuerpo y también con nuestros significados, los significados que asignamos a las cosas.

El tacto y la caricia, la comunicación y la persona

Resumen: la caricia no es simplemente un contacto físico, es un contacto humano y tiene un significado. La caricia o el abrazo dice al otro que le considero como alguien semejante a mí. El tacto, la caricia, el beso y el abrazo, comienzan por ser una necesidad en la persona. El contacto físico introduce en el mundo personal y por tanto humano. Sigue leyendo

La importancia del tacto: con las caricias se vive

Resumen: ¿A qué paisaje nos abre esa ventana que es el tacto? El punto fundamental de toda esta  cuestión está en como se concibe la conexión entre razón y las emociones y sentimientos. El tacto nos hace real y cercano el mundo de lo particular. Es el sentido de lo singular, lo concreto, lo irrepetible. El tacto hace vivir al situarnos en el aquí y el ahora. Nuestra referencia espacio-temporal procede del tacto.

Hace ya un tiempo me llevaron a pensar en el tacto las palabras de un enfermo de sida que no quería morir solo, sino en el albergue donde le habían atendido. Su motivo era: «sé que cuando este muriendo estaréis ahí cogiéndome la mano». ¿Por qué es tan importante la caricia? ¿Qué significado tiene el tacto, que nos parece lo que necesitamos en un momento tan clave como la muerte?

Sin embargo el tacto es un sentido bastante ignorado por la reflexión intelectual desde los clásicos griegos, al menos en mi trayectoria he encontrado muy pocas cosas escritas alrededor del tacto. Incluso se podría decir que es un sentido vilipendiado frente a la vista o el oído, que han sido considerados los sentidos nobles, los importantes para vida la hombre, los que se considera que conectan con la vida racional o intelectual. Vista y oído se podrían concebir como la base sobre la que se desarrolla una cultura. Sobre el oído se desarrolla la Edad Media. La vista comienza a tomar preminencia desde el Renacimiento. Esto es al menos lo que afirman los autores clásicos. Nosotros ahora podemos decir que esa preminencia de la vista ha pegado un salto fuerte en el siglo XX: estamos en la civilización de la imagen. Sin embargo los dos planteamientos, el clásico y el actual, se refieren a la relación de los sentidos con la razón, con mayor precisión con el lenguaje: las palabras son consideradas el modo universal de comunicación humana; el pensamiento humano se basa en ellas y los sentidos adquieren importancia por su relación con la adquisición de las palabras.

No se sale de ese planteamiento cuando se pondera la importancia del tacto como vehículo de la lectura en los invidentes, como soporte del lenguaje braille. Es el mismo esquema, ya que la importancia del tacto se considera ligada al lenguaje; sin embargo, su valor para la persona no puede proceder simplemente de que pueda ser desarrollado para cubrir esferas de relación externa no cubierta por otros sentidos, ya que en tal caso quedaría reducido a un papel meramente supletorio. ¿La influencia del tacto (dejamos por ahora a los otros sentidos: gusto y olfato) es solamente marginal? Como se puede entrever, en el fondo la pregunta apunta hacia la esencia del conocimiento humano y del cómo este se conecta con el exterior; ya que las puertas de ese contacto son los sentidos. En los últimos tiempos he ido descubriendo una importancia al tacto como sentido fundamental en la relación humana, con  posibilidades que es difícil exagerar. Por eso mi pregunta es muy concreta: ¿a qué paisaje nos abre esa ventana que es el tacto? ¿con que nos relaciona? ¿qué aspectos de nuestras relaciones resalta el tacto?

Creo que el punto fundamental de toda esta  cuestión está en como se concibe la conexión entre razón y las emociones y sentimientos. Si la razón es concebida como enfrentada a los sentimientos, estos son vistos en modo negativo y vista y oído son considerados los sentidos fundamentales: son los sentidos de la abstracción, ya que son los que facilitan el material (las palabras, el lenguaje) para que la razón funcione. En este caso, la razón es el instrumento de lo general, de lo objetivo y la verdad es concebida solamente como universal. Si, por el contrario, razón y sentimientos no se oponen, entonces los sentimientos son vistos en modo positivo, y tenemos la posibilidad de adentrarnos en el mundo de lo subjetivo, de lo personal. Los sentimientos nos dan precisamente ese mundo de la intimidad personal. En este caso lo subjetivo es también verdadero. Desde este punto de vista el tacto adquiere una gran importancia. Tacto, olfato y gusto son sentidos de lo concreto, no de lo general. Especialmente el tacto nos hace real y cercano el mundo de lo particular; es el sentido de lo singular, concreto, irrepetible.

El tacto es un sentido que personaliza, baja a lo concreto, no trabaja con la abstracción. Alimenta nuestros afectos, nuestro vínculo con las cosas, nuestro conocimiento concreto de la ubicación, de las personas concretas, de las experiencias… nuestras vivencias son siempre algo concreto. El tacto es un sentido que nos indica el aquí real, por ejemplo, esta persona me protege, me valora como alguien concreto, singular, irrepetible. Luego, el tacto nos hace vivir aquí, nos sitúa en el espacio concreto en el que estamos.

El tacto no sólo señala un aquí, señala también un ahora. La caricia es un lenguaje de presente, es decir se refiere al presente en directo. El lenguaje hablado se refiere al pasado para recordarlo o al futuro para proyectarlo y sólo indirectamente al presente, es decir sólo en la medida que recordar el pasado o tener un futuro es necesario para el presente. No se puede hablar del presente, sino cuando ya ha pasado, por ejemplo para recordarlo, mientras se vive no se habla de él, simplemente se vive. La caricia por el contrario se dirige al presente y solo indirectamente al pasado o al futuro: al dar seguridad en el presente, pone la base de confianza que nos puede permitir realmente afrontar ese futuro, o conjurar ese pasado de soledad que nos oprime. Por eso con la caricia se vive. El tacto hace vivir al situarnos en el aquí y el ahora.

Luego es el tacto el que nos hace vivir aquí y ahora y sin él difícilmente podríamos ubicarnos. Nuestra referencia espacio-temporal procede del tacto. El aquí y el ahora nos dan el presente. Y el presente es donde realmente vivimos. El futuro es proyecto, el pasado es recuerdo. El aquí y el ahora es lo que realmente tenemos, y sin saber estar en ellos no vivimos. Toda la experiencia, toda la vivencia es aquí y ahora.

El beso y la mujer y el hombre

Resumen: Lo importante hoy es el aprendizaje y la potenciación del nivel afectivo, más allá de los estereotipos de sexo. «Como es el día debe ser la noche». El  beso cumple una misión como lubrificante de la vida cotidiana, la vida se hace fácil, suave, si el afecto está presente.

 

Hay una primera aproximación al tema: todos los actos humanos son sexuados, están hechos por personas que son hombre o mujer y no es lo mismo que lo haga uno o el otro, el beso responde por tanto a esas características y de una forma muy clara. Los hombres y las mujeres no tienen la misma dinámica afectiva, ni tampoco por tanto la referente a los besos. Aunque hay que añadir que el peso de la educación tradicional ha forzado, a mi entender de un modo sesgado, los papeles de ambos, haciendo estereotipos de que las mujeres besan más y los hombres rechazan esas manifestaciones afectivas. A mi entender habría que buscar un camino de liberación de ese peso tradicional y permiten a cada persona que expresase con libertad su afectividad.

Hemos hablado del beso como un elemento clave que integra el nivel afectivo (la ternura), con el  sexual. Recuerdo a este respecto lo que una vez me dijo una mujer: «para la mujer, como es el día es la noche, en cambio el hombre es más capaz de introducir un punto de rotura entre el día y la noche». ¿Qué quería expresar aquella mujer? Pues que una mujer enfadada con el marido o simplemente distanciada por lo que sea, no le encuentra sentido a tener relaciones sexuales con él, ya que estas se deben integrar siempre en el conjunto de su vida, lo que le viene indicado por la situación de sus sentimientos hacia él. En cambio, en su percepción, el hombre es más capaz de olvidarse de las distancias afectivas  y centrar su atención en lo sexual, buscar las  relaciones sexuales sin tener en cuenta como se encuentra su pareja. Lo cierto es que después he encontrado hombres que se han entusiasmado al descubrir la idea, es decir que para ellos también como es el día debe ser la noche, y es que hablando de hombre y mujer es difícil no quedarse en estereotipos. Quizá lo único posible es hablar en términos sociológicos de tantos por ciento que hacen uno u otro comportamiento, porque siempre hay representantes del comportamiento en cada sexo.

Por todo lo visto en mi opinión lo importante hoy es el aprendizaje y la potenciación del nivel afectivo, más allá de los estereotipos de sexo. El beso es un elemento clave de la dinámica afectiva y por ello debe entrar dentro de la educación emocional. Al igual que en una sonrisa, donde parece que la persona sale por los poros, en el beso la persona sale, se expresa: el cuerpo, el beso hace visible esa expresión, hace visible el cariño, el afecto.

El beso tiene la importancia de marcar el aquí y el ahora. El beso es siempre actual: actualiza el cariño; o con más precisión, es su elemento de actualización. Sirve para expresar el hoy; el beso dado ayer no sirve para hoy. Es esta una función muy importante: de la facilidad o de la reluctancia a dar el beso hoy, deduzco como esta la temperatura del cariño… o la distancia. Al actualizar el cariño, el beso cumple una misión como lubrificante de la vida cotidiana, la vida se hace fácil, suave, si el afecto está presente, y el beso nos hace precisamente eso: presente el afecto, sin el, la vida es mucho más áspera, más difícil.