En mi experiencia, también en la mía personal, encuentro que debido a muchas razones diversas, aunque normalmente relacionada con mensajes recibidos en la infancia sobre la necesidad y la obligación de compartir, nos cuesta muchas ocasiones exigir lo nuestro y hay muchas personas, entre las que me encuentro, que afirman con mayor facilidad lo que le corresponde a otros que lo propio. ¿Te encuentras entre esas personas?
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El resultado de tu comunicación es LO QUE EL OTRO HA ENTENDIDO
He trabajado con muchas teorías de la comunicación donde se analizan los diversos elementos que intervienen en una relación entre personas.
Aquí te pongo el cuadro resumen de una de ellas.
Desde luego esos estudios son buenos cuando se quiere localizar dónde pierde eficacia tu comunicación, qué está obstaculizando tu comunicación. Algo que es muy interesante cuando das una clase o más en general cuando hablas en público. Por cierto, hablar en público es una habilidad importante para los profesores y necesitan formación en ella.
Para mí sin embargo lo importante no han sido esas teorías, sino tomar conciencia de que hablar es siempre una relación y que el contacto, el feedback, con el receptor o receptores es lo crucial y que si quieres comunicar bien nunca debes perder ese contacto.
En esa línea de mantener el contacto, hace muchos años en un curso de oratoria recibí dos consejos que desde entonces me han acompañado. El primero es muy sencillo: si no te escuchan, cállate. No tiene sentido hablar si nadie te está escuchando. Esto es tanto como decir: lo más importante es la relación, si esta está establecida la comunicación va a funcionar. Si no hay relación, si no te escuchan da lo mismo que seas el mejor orador del mundo o que estés diciendo las cosas más interesantes o importantes,… caen en el vacío.
El segundo de esos consejos yo le llamo el principio de Epaminondas, y dice que en una comunicación con varias personas de quién tienes que estar pendiente es de quien no te escucha. Gánate al oyente más difícil. Esto, evidentemente funciona para grupos pequeños y medianos, no funciona ante un auditorio de cientos de personas porque no es posible estar atento a todos. Funciona por ejemplo y singularmente en una clase.
Principio de Epaminondas porque este general tebano se enfrentó a Esparta en campo abierto y su táctica fue la siguiente: golpeo en el punto más fuerte y me desentiendo de lo demás. Si rompo el punto más fuerte la falange espartana se desorganizará. Así ocurrió y Epaminondas fue el primero en derrotar a los espartanos. Por cierto que la tropa elegida fueron los batallones sagrados de Tebas integrados por parejas de homosexuales que no se separaban en la batalla, lo que los hizo más fuertes.
Pero establecida la relación, ¿cómo sé que he comunicado mi mensaje? Muy fácil: preguntando. Has comunicado si tu auditorio puede repetir tu comunicación. Si no lo puede repetir, malo, muy malo, hablas pero no te entienden. Tu comunicación no ha llegado.
Todavía podría añadir algo a lo dicho hasta ahora, el resultado real no es lo que el otro entiende, es lo que el otro hace con lo que ha entendido, su cambio de conducta o sus hechos debidos al cambio de su compresión.
Aunque esto normalmente no lo puedes comprobar en el momento de tu comunicación. Así que dos ideas: hazte con el oyente más difícil y comprueba que te han entendido. aunque esto no lo debes hacer solo al final, sino a lo largo de la exposición si no quieres amargas sorpresas. Espero que te sirvan. Pero seguro que tú también tienes ideas muy prácticas sobre cómo comunicar… ¿podrías comentar alguna?
Guía sencilla para la gestión del enfado y la mediación de conflictos en el entorno escolar
Mayte
Mayte es la conserje del C.P. Pío XII, colegio público que se encuentra en Madrid, cercano a la plaza de Castilla. Mayte lleva muchos años atendiendo la puerta, controlando la entrada y la salida de cada alumno del colegio y realizando otras mil tareas diversas. Conoce a cada uno por su nombre y por supuesto también conoce a su padre y a su madre, y también cuando es un antiguo alumno que viene a recoger a su herman@.
La intensidad y la gestión de la emoción
Cuando nos acercamos a una emoción hay 3 dimensiones que se pueden distinguir fácilmente: energía, agrado-desagrado, agresión-igualdad-sumisión. Estas 3 dimensiones nos permiten una clasificación de las emociones.
El patrón emocional es un paquete.
En la Educación Emocional se habla constantemente de emoción, de sentimiento, de gestionar la emoción, etc. Y se corre el riesgo de olvidar un dato importante: la emoción no es un elemento aislado ya que en la interioridad psíquica se da siempre como un patrón emocional. En esto sigo a Leslie Greenberg y su Terapia Focalizada en las Emociones y a su experiencia de toda una vida de trabajo emocional.
Focalizar la emoción en 6 sencillos pasos
Esta es la habilidad básica necesaria para una adecuada gestión emocional individual. destreza que todo docente del siglo XXI debe poseer.
Esta es también la herramienta central para el coaching emocional
Está basada en Leslie Greenberg (Terapia Focalizada en la Emoción) y en Eugene T. Gendlin (Focusing) y es el modo de acceder a la emoción para utilizarla como guía, tanto para fijar un objetivo al alumno como para fomentar su motivación.
151207 Focalizar la emoción en 6 sencillos pasos
¿DEBILITA EL HALAGO?
Entrada escrita por Daniel Sancho Tos, padre y entrenador deportivo. Fundador de NECESPORT
Existe el dicho común de que el halago debilita. Pues bien, pienso exactamente lo contrario. El halago no debilita, ni al que lo recibe ni al que lo da.
El primer día de clase
Estamos en el primer día de clase de bachillerato. Un alumno, 17 años, sigue en su cama, aunque habitualmente se levanta bien, no es habitualmente de los que remolonean.
Su madre le dice, “arriba que es el primer día y tienes que ir al colegio”.
¿Estamos presentes para nuestros alumnos?
Seguro que todos nos hemos quejado y además múltiples veces por el déficit de atención que representan los móviles. Con mucha frecuencia nos parece que la persona enganchada a un celular se ido a otro mundo, incluso que viven en otro mundo distante. Estamos inmersos en la generación distraída, como la llama Tim Elmore. Hemos aceptado que muchas veces las personas ya no están con nosotros, están muy lejos con sus teléfonos. Tanto es así que muchos colegios prohíben los móviles en las situaciones de clase, incluso dentro del recinto escolar.
En ese caso lo que buscamos es la presencia de los alumnos, que estén presentes en clase. Somos conscientes que eliminar atención es eliminar presencia y sin presencia lo que sucede en clase no impacta en el alumno, literalmente vive otro mundo, no el del aula.
He hablado ampliamente sobre la presencia siguiendo a Martin Buber y la idea de las relaciones Yo-Ello: las relaciones sin presencia son relaciones no comprometidas y sin compromiso con una fuerte carencia de relación humana.
Estos razonamientos llevan a invertir la pregunta. Ya que estamos en una relación con nuestros alumnos, la pregunta es: ¿estamos realmente presentes para nuestros alumnos? En que estemos o no presentes se juega todo el fruto positivo de esa relación.
Y… ¿Cómo podemos estar presentes en una relación con alumnos? En El decálogo de la Buena Escucha indicaba unas normas prácticas que me parecen realmente interesantes. Voy a destacar ahora las que inciden en tu presencia en cada conversación.
- Cuando se inicia una conversación, deja todo lo demás que estés haciendo.
- Pon toda tu atención en el alumno. Mírale a los ojos y sonríe.
- Si el tema es profundo y tienes tiempo, silencia el teléfono.
- Ofrece señales no verbales que entiendes y empatizas con él/ella.
- Pregunta lo necesario para entender mejor, siempre dentro del marco del alumno y su conversación, no desde tu perspectiva.
- Evita los pre-juicios, es decir las ideas previas que puedas tener sobre ese alumn@.
- Evita también que tu propio sentimiento de preocupación interfiera en la escucha.
- Recoge y luego valida sus emociones. Las emociones y sentimientos son siempre aceptables.
- Haz que cuando termine la conversación el alumno se vaya sintiéndose valorado como persona.
Si aumentas tu presencia aumentaras en mucho tu eficacia. No hace falta mucho tiempo, lo que si hace falta es que cada conversación con un alumno sea de calidad.