El silencio (interno) para la escucha

39025739_s

En la escucha, si queremos atender también a las emociones, el silencio ocupa una posición destacada. El silencio es una herramienta importante en la gestión emocional y quiero destacar su importancia. Desde luego el silencio es una incisiva herramienta de comunicación.

En primer lugar si estamos muy activados, tanto sea emocionalmente porque hay acontecimientos que nos están afectando o porque estamos inmersos en una dinámica de prisa, por ejemplo debido al trabajo, es casi imposible escuchar.

En segundo lugar porque el procesamiento emocional es más lento que el racional, se necesita pausa para darse cuenta de qué es lo que estamos sintiendo. Por eso hacemos silencios cuando hablamos conectados con nosotros mismos, si ese silencio se interrumpe el proceso y nuestra atención se va hacia la interrupción. Es decir la otra persona necesita que no la interrumpamos cuando está elaborando sus emociones.

Hay un tercer elemento: Normalmente estamos educados a intervenir, nos parece casi un elemento de educación acudir en auxilio de alguien que parece haberse quedado sin palabras. Nos ponemos nerviosos ante el silencio. Hay que conocerse y trabajarse esos nervios, esa intranquilidad para dejar su espacio a los demás, que no se sientan urgidos a contestar, que puedan tomarse su tiempo para contestar. Esto solo redundará en que la conversación se hará más profunda.

Por eso desde el punto de vista práctico me atrevo a dar 3 indicaciones para hacer el silencio dentro de nosotros y poder escuchar a otra persona:

  1. Antes de comenzar una conversación en la que queremos escuchar de verdad, dedicar un momento de tiempo a relajarnos, a parar nuestra propia actividad, tanto interna como externa, como una pequeña cámara de descompresión emocional. Normalmente basta con tomar unas cuantas respiraciones tomando conciencia de la respiración.
  2. Dejar hablar… no anticiparnos y poner nuestras palabras. En este caso nuestros pensamientos se anticipan al otro y no escuchamos. Sencillamente no estar pendiente de contestar, de rebuscar en nuestra cabeza la respuesta o el consejo. La escucha es el momento del otro, no de nuestros consejos, ni de nuestras ideas, ya llegará ese momento si es necesario.
  3. Esperar, aguantar el silencio, cuando la persona no contesta inmediatamente, otorgar un tiempo de silencio reprimiendo la propia necesidad de una respuesta. El silencio pone ante la necesidad de contestar. Es necesario entrenar este punto.

Escucha activa

Sigo con la publicación de esos materiales que son básicos para entender la escucha emocional ya que hoy se trata precisamente de la escucha activa. Lo publico con la idea de que os sirva a todos los que pretendéis escuchar cada día mejor, comunicar de una forma más significativa.

Se trata de material para uso privado. Su uso comercial está reservado a ISIE.

Escucha activa

Escucha global

Resumen: La escucha activa tiene siempre algo de superación de los propios límites, por ello no es sencillamente una técnica, necesita una actitud de apertura a lo nuevo, a lo desconocido a lo que excede nuestra experiencia personal. Por esto le llamo escucha global.

En los últimos años cuando veo entradas sobre escucha activa me da la impresión de que 6580261_scada vez más se reduce a una técnica. Yo no pienso que no tenga aspectos de técnica, ya que tengo netamente claro que la escucha activa es algo que se puede aprender y son precisamente esos aspectos de técnica los que se pueden aprender. Pero me importa también mucho que se entienda que no se puede reducir a una técnica, sino que la escucha tiene siempre un aspecto global de la percepción humana. Tiene siempre algo de ir más de los propios límites de percepción, tiene algo de sentirse parte de algo más grande. Tiene algo de confianza porque formo parte de algo más grande y puedo escucharlo y escucharlo, eso más grande. La escucha necesita una actitud de apertura a lo nuevo, a lo desconocido, a lo que excede nuestra experiencia personal.

Por ello quiero hacer esta entrada con un texto de Krishnamurti sobre la escucha, que apunta directamente a esa superación de los propios límites que es siempre la escucha, que es siempre tratar de acceder a otra persona, a su intimidad a su modo de entender la vida.

El texto es el siguiente:

«Así que, por favor, aprendan el arte de escuchar, no solamente a quien les habla, sino a la esposa, al marido, a sus hijos, escuchen los pájaros, el viento, la brisa, de modo tal que se vuelvan extraordinariamente sensibles en el escuchar. Cuando uno escucha, capta las cosas rápidamente, no necesita un montón de explicaciones, descripciones y análisis; uno fluye junto con el otro. Nosotros estamos departiendo como dos amigos que están tranquilamente sentados en un parque, o en un bosque; cantan los pájaros, hay mucha luz que llega por entre las hojas y se proyecta sobre el suelo. Existe un sentimiento de aprecio por la belleza. Cuando uno escucha así, ocurre el milagro. Escuchar de este modo es como plantar una semilla. Si la semilla es vital, fuerte, sana, y el terreno ha sido adecuadamente preparado, es inevitable que la semilla germine. Por lo tanto, uno ha de aprender el arte de escuchar. Si escuchan con sumo cuidado, captan muy rápidamente el significado de lo que el otro está diciendo». (Krishnamurti, La Mente que no mide, © KFT 1984).

Escucha activa

Resumen: Escuchar es querer comprender el mundo de la otra persona. Necesita que nos centremos en el otro y acallemos nuestras voces internas. Escuchar significa respetar y confiar en el otro y en sus capacidades.

¿Qué es la escucha activa? Escuchar significa mucho más que oír. Significa poner atención 20144603_spara oír. Significa, sobre todo, querer comprender, teniendo en cuenta que hay un mundo más grande detrás de las palabras, y tomar estas según el significado que tienen para las personas que las pronuncian. Escuchar es querer comprender el mundo de la otra persona, el marco donde se expresa.

Por tanto para quien quiere de verdad escuchar, escuchar es centrarse en el otro. Esto supone hacer callar el conjunto de voces que murmuran dentro de nosotros, es buscar hacer el silencio dentro de nosotros. Si tenemos mucho ruido interno, estamos agitados emocionalmente o nerviosos, o con prisa, o queremos resolver rápidamente, no vamos a ser capaces de escuchar. Si lo que alguien nos dice conecta con algo nuestro, naturalmente vamos a ir a nuestro recuerdo, y al final nuestra experiencia es diferente de la de quien está hablando con nosotros, y no se sentirá escuchado, porque estamos en nuestro mundo y no en el suyo.

Desde hace tiempo utilizo un texto para explicar qué significa escuchar, eso que se denomina escucha activa. Quiero traerlo aquí porque además de escucha activa deja en evidencia cuál es el tipo de relación que requiere la educación emocional. Uno efectos más evidentes de la educación emocional es precisamente cambiar el tipo de relación que se establece entre profesor y alumno, esto se trasluce en el texto de un modo bastante evidente. Es decir el texto habla de escucha activa en directo, pero detrás de esta y necesario para realmente escuchar está el respeto por la otra persona, la confianza en que es capaz y responsable de su vida, etc., actitudes todas necesarias para poder realizar eso que se denomina educación emocional.

Este es el texto:

15893277_s«Cuando te pido que me escuches y tu empiezas a darme consejos, no has hecho lo que te he pedido. Cuando te pido que me escuches, y tú empiezas a decirme por qué no tendría que sentirme así, no respetas mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches, y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema, no respondes a mis necesidades. ¡Escúchame! Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni que hagas. Solo que me escuches. Aconsejar es fácil. Pero yo no soy un incapaz. Quizá esté desanimado o en dificultad, pero yo no soy un inútil. Cuando tú haces por mí lo que yo mismo podría hacer y no necesito, no haces más que contribuir a mi inseguridad. Pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, aunque sea irracional, entonces no tengo que intentar hacértelo entender, sino empezar a descubrir lo que hay dentro de mí». (O’Donnell, R., La escucha, en Pangrazzi, A [ed], El mosaico de la misericordia, Sal Terrae, Santander, 1989, p. 43).

El segundo nivel de escucha (en la escuela)

Resumen: En el primer nivel de escucha respondemos desde nuestra propia situación y con nuestras propias emociones, sensaciones, sentimientos, opiniones, intereses. En el segundo nivel escucha al alumno tratando de entender, de comprender la situación personal del alumno (en tanto que tal alumno). Permite un respeto mucho mayor del alumno. 3 puntos necesarios: (1) No confundir empatía con simpatía. (2) Validar: la comunicación de la empatía es siempre bidireccional. (3) Necesita mucha práctica, repetir ejercicios, adquirir habilidades de comunicación.alumno-y-profe-vale

Estamos tan acostumbrados a escuchar desde nuestra propia situación como sujetos interesados en lo que sucede, que se nos olvida que la escucha tiene otros posibles puntos de vista, que abren posibilidades insospechadas.

Por esto voy a explicar lo que en ISIE denominamos segundo nivel de escucha.

El primer nivel es escuchar como el sujeto personal que somos, sujeto al que le afecta lo que le sucede o le interpela. Es decir en el primer nivel de escucha respondemos desde nuestra propia situación y con nuestras propias emociones, sensaciones, sentimientos, opiniones, intereses, sobre todo intereses. No olvidemos que las emociones son tendenciales: apuntan siempre a un objetivo conectado con nuestras necesidades.

Si observamos a un profesor en sus interacciones con los alumnos, la mayor parte de estas se desarrollan con el profesor hablando y respondiendo desde su función de profesor, desde su personal manera de entender ese rol. Se dirige al alumno como tal profesor y le da los consejos, instrucciones, explicaciones, etc., que como profesor considera que debe dar.

Sin embargo esta no es la única forma de interaccionar con el alumno. Puede cambiar el modo de la escucha. Puede escuchar al alumno tratando de entender, de comprender la situación personal del alumno (en tanto que tal alumno). Es decir no responder desde su opinión, sino buscando empatizar con la situación concreta y las dificultades del alumno, sus motivaciones e intereses.profesor-alumno5

Esta segunda forma de escucha abre todo un campo de posibilidades porque descubre el mundo tal como lo percibe el alumno, tal como lo enfrenta o lo huye, las dificultades concretas que le han detenido o bloqueado, cómo se siente en la clase entre sus compañeros, y ante el profesor, y ante la asignatura, y ante las explicaciones.

Esta segunda forma de escucha permite un respeto mucho mayor del alumno al incorporar a las interacciones su punto de vista, su percepción de la realidad. También permite introducir de un modo práctico al alumno como agente activo de su propio proceso de aprendizaje.

Una de las más potentes posibilidades humanas es esta de poder percibir las cosas desde la perspectiva del otro. El profesor puede coger la perspectiva del alumno y, entonces, la división, que le parece tan sencilla, incluso simple, desde su punto de vista de profesor, se agranda de tamaño y se convierte quizá en un obstáculo insuperable. Saber dónde se encuentra Reikiavik, desde el profesor es una bagatela, desde los diez años un galimatías incomprensible, porque el mismo nombre se hace abstruso.

Esta capacidad de escuchar en el segundo nivel, no es solo una posibilidad, es una necesidad de la educación hoy. Sin embargo es algo que no se practica de un modo amplio, porque no hemos aprendido a hacerlo, no hemos adquirido la habilidad. Voy a poner 3 puntos necesarios para adquirirla.

logopedia2Primero: necesita superar un prejuicio: confundir empatía con simpatía. Ante la posibilidad de esta escucha suele surgir la objeción defensiva de que al escuchar así ya se está dando la razón al alumno. Eso es confundir empatía con simpatía. Ser empático no es poner se a favor de alumno que nos cae bien. La simpatía se restringe a algunos alumnos, la empatía es la capacidad de detectar el sentimiento del otro, siguiendo consciente de que es el sentimiento de otro y no nuestro. No tenemos que estar enfadados para saber que el alumno que tenemos delante está enfadado. Que el profesor haya aprendido a distinguir en la práctica empatía de simpatía es el primer paso para poder situarse en este segundo nivel de escucha.

Segundo: necesita mucha validación: escuchar lo que nos vuelve en las interacciones. No hay empatía si el alumno no valida (confirma de algún modo) que realmente quiere eso, o le interesa… la comunicación de la empatía es siempre bidireccional.

Tercero: necesita mucha práctica, repetir ejercicios, adquirir habilidades de comunicación. Esto es así porque tendemos a situarnos en nuestra propia personal situación, a hablar desde el «yo», y no vamos al «tu» sin un esfuerzo personal. Ver las cosas solo desde el «yo», pensar que desde el «yo» tenemos todo el panorama de lo que sucede, es perder gran parte de la información de la situación en la que estamos inmersos, y por tanto no poder ser eficaces en la propia intervención en ella.

La 1ª clave para un aprendizaje significativo: observación

Resumen: El aprendizaje comienza con un cambio en la mirada. El profesor debe proporcionar esa mirada nueva a los alumnos. El soporte emocional de la observación es la sorpresa. La sorpresa genera una apertura, abrirse a lo nuevo y se educa a lo largo de la vida. El interés está ligado a la curiosidad y es hermano de la sorpresa.

La clave primera es observación. El aprendizaje, todo aprendizaje, comienza con un cambio en la mirada. Ese cambio que nos hace ver las cosas de un modo diferente, más profundo, más significativo, con mucho mayor contenido.

Ya he comentado que esta es una de las tareas donde la aportación del profesor es fundamental. El profesor debe proporcionar esa mirada nueva a los alumnos, precisamente porque el/ella mism@ la posee. No es posible que de una nueva mirada quien no la tiene, el profesor que no tenga inquietudes, que no siga descubriendo cosas nuevas, que no esté enamorado (utilizo bien a conciencia esta palabra) de su enseñanza y de su docencia, es muy difícil que consiga ofrecer esa mirada nueva a sus alumnos. Y esa nueva mirada es el comienzo de todo aprendizaje. Muchos profesores afirman que encontrar esa mirada en un alumno compensa todos sus esfuerzos.

El soporte emocional de la observación es la sorpresa. La sorpresa es una emoción básica, muy desarrollada en los niños y de forma tópica decimos que poco en los ancianos, porque hay «ancianos» que tienen una grana capacidad de sorpresa, lo que les lleva a seguir interesándose por todo. Desde este punto vista la sorpresa es un indicativo de la edad emocional. Es muy interesante esta conexión entre sorpresa y edad, ya que al final, lo que llamamos edad está ligado a la capacidad de aprendizaje: es joven quien sigue aprendiendo, quien sigue sorprendiéndose cosas, quien tiene una mirada siempre nueva.

La sorpresa genera una apertura, abrirse a lo nuevo. El mismo gesto corporal que conlleva lo indica: ojos y boca abiertos, para que eso descubierto entre. Lo que pasa es que lo nuevo puede ser bueno o malo para quien lo descubre y por eso la sorpresa termina en apertura o cierre. Abrimos o cerramos. Si la sorpresa termina siendo un susto, una emoción entre la sorpresa y el miedo, cerraremos la puerta.

Por esto la sorpresa se educa a lo largo de la vida, el niño empieza abierto y todo despierta su curiosidad. Curiosidad es la actitud que genera la sorpresa. Es la actitud de sorpresa. Las diversas vivencias van a hacer que sigamos abiertos o no, que queramos seguir abriendo nuestro mundo o no.

Esto es una clave muy importante. El aprendizaje comienza en la observación y la observación se apoya en la curiosidad, actitud que se basa en la sorpresa como emoción y el tratamiento que esta haya recibido a lo largo de la propia vida.

Los profesores tienen una gran responsabilidad en este preservar la actitud de curiosidad, estando atentos a cada vez que la sorpresa aparece en sus alumnos. Esto no algo que solamente sirve para la etapa de infantil, sino que debe acompañar al alumno, cualquiera que sea su edad. Si el profesor tiene una enseñanza por la que los alumnos no sienten curiosidad alguna, va a tener muy difícil mantener su interés.

Saco aquí otro término de modo consciente: «interés». El interés está ligado a la curiosidad y es hermano de la sorpresa. Es una sorpresa mantenida, una sorpresa apoyada en la convicción de que lo descubierto es un terreno muy amplio y que merece la pena explorarlo, observarlo. El interés es muchas veces el interés prioritario de los profesores, que ponen el acento en su aspecto de hábito, descuidando su centro en la sorpresa. Y la gasolina, la emoción, que es el impulso, la va a proporcionar la sorpresa. El interés sin sorpresa no es tal.

Dejo aquí el tema por no alargarme, consciente de que queda mucho decir. Espero que signifique una aportación y desde luego una nueva mirada, un nuevo punto de vista.

El cuarto de nivel de comunicación. «Me siento…»: comunicar nuestras emociones. 2

Resumen: el nivel en que afloran las emociones Las emociones son como tan bien expresó Aristóteles, la sensación sentida, la sensación valorada desde el sujeto, y valorada desde sus necesidades. Para el ser humano (y también seguramente para los mamíferos superiores) no existe la situación de no emoción. Las emociones llevan en si mismas el manifestarse. Esta repercusión al nivel emocional de la persona se percibe de modo verbal o se percibe de modo no verbal, es decir, por su repercusión somática. El lenguaje no verbal está mucho más directamente conectado con nuestra sensibilidad, con nuestro cuerpo. La comunicación está siempre impregnada de emoción.

 

Estamos en el nivel netamente emocional, en el nivel en que afloran las emociones. Los sentimientos los reservamos para un nivel más profundo, el nivel que es también el de la amistad. En este nivel surgen naturalmente las emociones, porque estas son parte de nuestra sensibilidad natural y se manifiesta en todas las cosas.

Las emociones son como tan bien expresó Aristóteles, la sensación sentida, la sensación valorada desde el sujeto, y valorada desde sus necesidades como ser vivo que es, con necesidades biológicas, afectivas, emocionales, de formación, sociales, de logro, espirituales, etc. La emoción es la conexión de todas las necesidades con la sensación, con lo que se percibe en un momento determinado. Y es una reacción espontanea, rápida, límbica. Nos sale un gran perro inopinadamente por la calle y el miedo que sentimos nos indica que hay un posible peligro presente. El miedo valora la situación, las sensaciones más rápidamente que cualquier elaboración racional.

Pues bien esto mismo sucede en cada conversación, en cada situación y naturalmente surge decir: «me preocupa eso que dices», la frase indica precisamente cómo nos afecta lo que está tratando. Toda conversación que mantenemos nos afecta de algún modo, es decir, siempre hay una repercusión a nivel emocional: nos alegra, nos preocupa, nos entretiene, nos aburre, etc. Para el ser humano (y también seguramente para los mamíferos superiores) no existe la situación de no emoción, una situación a la que no hay reacción emocional alguna (ver, Carlos Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos, 2000, p.99).

Y las emociones llevan en si mismas el manifestarse, no existe emoción que no repercuta de alguna manera, que no aflore al exterior, sacando la interioridad a pasear. La educación ha ido en una dirección opuesta a esto y puede ser tremendamente contraria a lo emocional y reprimir su manifestación. De hecho durante mucho tiempo y aún ahora se considera educada precisamente aquella persona que no manifiesta lo que le afecta, que se queda impasible. También nos parece importante esto en determinadas situaciones porque manifestar la emoción es manifestar nuestra interioridad y de algún modo por ello nuestra vulnerabilidad. La persona fuerte no manifiesta emociones ni sentimientos, es una de las máximas con peso en la educación y la cultura. Aunque esto no se hace sin coste alguno. Pugnar por no manifestar las emociones tiene un coste.

Esta repercusión al nivel emocional de la persona se percibe de modo verbal, tal como he indicado en el párrafo anterior, porque la persona utiliza una palabra o expresión que es en si misma emocional o se percibe de modo no verbal, es decir, por su repercusión somática: no lo expresa, pero por el tono o algún gesto advertimos que lo que hemos dicho ha enfadado a la persona o la ha alegrado o sencillamente molestado.

Toda emoción tiene una parte cognitiva y una parte somática. Ambas están indisolublemente ligadas y se influyen mutuamente. Su expresión puede seguir cualquiera de las dos vías o las dos. A través de la parte somática se expresa en lo que se llama lenguaje corporal o no verbal, que también se detecta por ejemplo en la voz. La voz expresa la emoción de una forma increíble.

Luego este cuarto nivel introduce en la comunicación como está afectando lo hablado al sujeto que habla y tenemos dos vías para detectarlo, la verbal y la corporal. Estamos tan acostumbrados y tan educados a seguir los aspectos verbales que los no verbales se nos escapan la mayoría de las veces, sin embargo dan una gran información y también mucho más fiable que la verbal. Las palabras admiten decir cualquier cosa, el lenguaje no verbal está mucho más directamente conectado con nuestra sensibilidad, con nuestro cuerpo, y es más difícil mentir o engañar con él. No digo que no sea imposible, pero normalmente es más difícil pues precisa mucha educación y mucho control y se aprende poco, salvo para las personas cuya imagen pública es muy importante.

Me queda de hablar de las técnicas que detectan las señales emocionales que surgen a este nivel, pero eso queda para su momento específico. Ahora nos quedamos con la comunicación está siempre impregnada de emoción y que esta es inseparable del lenguaje y de cualquier forma de comunicación humana. Queda hablar también de empatía y de escucha activa, que son los pilares de la actitud que es capaz de poner altavoz y así percibir este cuarto nivel de la comunicación.