El enfado cuando se complica

Normalmente en Educación Emocional utilizamos las emociones como guía para descubrir nuestras necesidades. Pero no todas las emociones son un buen guía para la acción. Indica la necesidad solo la emoción primaria, la que está en el fondo de nuestro sentir conectado directamente con nuestras tripas, con el hondo de nuestro ser.

enfado secundario

Especialmente en el enfado es importante distinguir si es una emoción primaria. El enfado tiene una buena capacidad de ser una emoción secundaria y tapar otras emociones.

Es el caso de un enfado que tapa una tristeza. En realidad nos sentimos tristes, pero nos cuesta mostrarnos como tristes y mostramos de forma casi automática un enfado para alejar a los que pretendan acercarse para consolar nuestra tristeza. Es muy posible que en nuestra consideración de nosotros mismos estar tristes sea igualado a ser débil.

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Estas son las situaciones que propician la aparición de un enfado secundario. Hay que darse cuenta que el enfado secundario aparece casi como un rasgo de la personalidad. Se siente porque hemos entrado por así decir en modo enfado, pero no es un enfado espontáneo provocado por la situación, y sin embargo envía las señales de enfado para que los demás tomen nota. Es un enfado que se juega en la relación, en nuestra imagen social en contraste con nuestra propia imagen del yo. El enfado protege un yo que no nos gusta que se vea.

enfado instrumentalEl enfado instrumental es algo más frecuente de lo que parece. Es también un enfado no provocado por la situación, aunque aparentemente para los demás si. Es la persona que se enfada mucho y parece estar cargada de razón. Posee agresividad en el trato y de ese modo protege y evita los acercamientos, las peticiones, en realidad las previene, y tiene un fondo manipulativo para conseguir que los demás, asustados, se comporten como nos parece.

enfado instrumental2El modo en qué podemos detectar el enfado instrumental es siguiendo las preguntas del gráfico. Lá última va precisamente en sentido contrario y dibuja el comportamiento sumiso, que es el opuesto del enfadado.

La persona que actúa habitualmente con enfado instrumental genera distancia con los demás que en un primer momento le hacen caso,pero no establecen relaciones duraderas: es muy difícil hacerlo con alguien que te grita con frecuencia para salirse con la suya.

Espero que os haya gustado esta clarificación sobre el enfado muy importante cuando hay que gestionarlo ya que no es lo mismo que sea primario, en cuyo caso hay que utilizarlo como guía, que si es secundario o instrumental. En cualquiera de los casos necesita un trabajo personal y una aceptación. Sin conocerse, sin aceptar nuestros límites no será posible la gestión del enfado.

La culpa es un sentimiento traicionero

Llevo mucho tiempo pensando y leyendo sobre la culpa y me parece un sentimiento difícil de comprender, sin embargo me parece que he llegado a algunas conclusiones. Voy a exponerlas estando también necesitado del contraste de vuestras opiniones.

La culpa es un sentimiento de enfado con nosotros mismos por algo que hicimos en el pasado y que no nos parece adecuado a nuestra imagen personal.

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Cómo se detecta el amor a nivel emocional

Resumen: nos sentimos amados cuando alguien nos acepta como somos, nos respeta como persona. No sentirse aceptados genera un fuerte malestar. Ese malestar marca una distancia con la persona y el vínculo con esta se debilita. Cuando nos sentimos aceptados emocionalmente lo que se genera es una relación en la que nos sentimos seguros. Esa seguridad crece con el tiempo llegando a hacer muy sólida la relación. Son relaciones que generan esa amplia perspectiva a la que llamamos amor.15174392_s

La Gestalt habla de 3 necesidades fundamentales a nivel emocional: amor, libertad y seguridad. La necesidad se detecta por la carencia, porque en realidad es eso una carencia. La carencia es mucho más aguda desde el punto de vista emocional. Detectamos que tenemos la necesidad satisfecha pero de un modo mucho más genérico, con un sentido de satisfacción o tranquilidad o seguridad.

La carencia de amor es detectada por la tristeza o un sentimiento de soledad, pero la tristeza detecta la pérdida de esa relación con alguien al que amábamos o también la no existencia.

Ahora querría centrarme en si hay algún sentimiento o emoción que nos indique si alguien nos quiere de verdad, qué sentimiento nos hace sentirnos amados. Y, de modo sorprendente la respuesta es muy sencilla: nos sentimos amados cuando alguien nos acepta como somos, nos respeta como persona. Tenemos este sencillo y agudo detector de la calidad del vínculo con cada persona con la que nos relacionamos.

Voy a poner un ejemplo muy sencillo, pero significativo. Estás en la cocina y equivocas el 15844251_scafé con los cereales del bebé. Hay dos formas de reaccionar al error: (a) «¿por qué no te fijas?», (b) «¡vaya!, el envoltorio de papel de plata es igual, hay que tener cuidado de poner cada cosa en un sitio diferente para no volvernos a equivocar». En el primer caso nos vamos a sentir primero no comprendidos, ni siquiera respetados. No sentimos segura la relación, vemos que tenemos que defendernos o sentirnos culpables. En el segundo nos sentimos comprendidos y al serlo nos sentimos aceptados como persona, y se nos dan las vías para evitar los errores.

Las dos formas son esencialmente muy diferentes. La (a) se dirige a la persona, al sujeto y la carga con el error. La (b) busca el motivo del error en los objetos (no en el sujeto) y busca el modo de evitarlo en lo sucesivo. Esto último es importante, cuando alguien respeta a un sujeto no es que le parezcan bien los errores, busca el modo de solucionarlos. Se hace cargo que el error molesta a la persona que lo comete y le apoya para buscar el modo de no cometerlo en lo sucesivo.

Normalmente las relaciones entran en pautas, es decir, el ejemplo se va a repetir en la misma línea, de forma que configura en nosotros ese sentimiento de que somos o no somos aceptados. No sentirse aceptados genera un fuerte malestar. Ese malestar marca una distancia con la persona y el vínculo con esta se debilita.

Por el contrario cuando nos sentimos aceptados emocionalmente lo que se genera es una relación en la que nos sentimos seguros. Este sentimiento nos permite expandirnos y sacar lo mejor de nosotros mismos y genera un profundo sentimiento de agradecimient16077254_so hacia la persona: haríamos y de hecho hacemos cualquier cosa por ella. Se genera un vínculo muy fuerte y muy libre.

Esa seguridad crece con el tiempo llegando a hacer muy sólida la relación. La relación establecida por una mutua aceptación y respeto son sólidas. Son relaciones que generan esa amplia perspectiva a la que llamamos amor.

El cuarto de nivel de comunicación. «Me siento…»: comunicar nuestras emociones. 2

Resumen: el nivel en que afloran las emociones Las emociones son como tan bien expresó Aristóteles, la sensación sentida, la sensación valorada desde el sujeto, y valorada desde sus necesidades. Para el ser humano (y también seguramente para los mamíferos superiores) no existe la situación de no emoción. Las emociones llevan en si mismas el manifestarse. Esta repercusión al nivel emocional de la persona se percibe de modo verbal o se percibe de modo no verbal, es decir, por su repercusión somática. El lenguaje no verbal está mucho más directamente conectado con nuestra sensibilidad, con nuestro cuerpo. La comunicación está siempre impregnada de emoción.

 

Estamos en el nivel netamente emocional, en el nivel en que afloran las emociones. Los sentimientos los reservamos para un nivel más profundo, el nivel que es también el de la amistad. En este nivel surgen naturalmente las emociones, porque estas son parte de nuestra sensibilidad natural y se manifiesta en todas las cosas.

Las emociones son como tan bien expresó Aristóteles, la sensación sentida, la sensación valorada desde el sujeto, y valorada desde sus necesidades como ser vivo que es, con necesidades biológicas, afectivas, emocionales, de formación, sociales, de logro, espirituales, etc. La emoción es la conexión de todas las necesidades con la sensación, con lo que se percibe en un momento determinado. Y es una reacción espontanea, rápida, límbica. Nos sale un gran perro inopinadamente por la calle y el miedo que sentimos nos indica que hay un posible peligro presente. El miedo valora la situación, las sensaciones más rápidamente que cualquier elaboración racional.

Pues bien esto mismo sucede en cada conversación, en cada situación y naturalmente surge decir: «me preocupa eso que dices», la frase indica precisamente cómo nos afecta lo que está tratando. Toda conversación que mantenemos nos afecta de algún modo, es decir, siempre hay una repercusión a nivel emocional: nos alegra, nos preocupa, nos entretiene, nos aburre, etc. Para el ser humano (y también seguramente para los mamíferos superiores) no existe la situación de no emoción, una situación a la que no hay reacción emocional alguna (ver, Carlos Castilla del Pino, Teoría de los sentimientos, 2000, p.99).

Y las emociones llevan en si mismas el manifestarse, no existe emoción que no repercuta de alguna manera, que no aflore al exterior, sacando la interioridad a pasear. La educación ha ido en una dirección opuesta a esto y puede ser tremendamente contraria a lo emocional y reprimir su manifestación. De hecho durante mucho tiempo y aún ahora se considera educada precisamente aquella persona que no manifiesta lo que le afecta, que se queda impasible. También nos parece importante esto en determinadas situaciones porque manifestar la emoción es manifestar nuestra interioridad y de algún modo por ello nuestra vulnerabilidad. La persona fuerte no manifiesta emociones ni sentimientos, es una de las máximas con peso en la educación y la cultura. Aunque esto no se hace sin coste alguno. Pugnar por no manifestar las emociones tiene un coste.

Esta repercusión al nivel emocional de la persona se percibe de modo verbal, tal como he indicado en el párrafo anterior, porque la persona utiliza una palabra o expresión que es en si misma emocional o se percibe de modo no verbal, es decir, por su repercusión somática: no lo expresa, pero por el tono o algún gesto advertimos que lo que hemos dicho ha enfadado a la persona o la ha alegrado o sencillamente molestado.

Toda emoción tiene una parte cognitiva y una parte somática. Ambas están indisolublemente ligadas y se influyen mutuamente. Su expresión puede seguir cualquiera de las dos vías o las dos. A través de la parte somática se expresa en lo que se llama lenguaje corporal o no verbal, que también se detecta por ejemplo en la voz. La voz expresa la emoción de una forma increíble.

Luego este cuarto nivel introduce en la comunicación como está afectando lo hablado al sujeto que habla y tenemos dos vías para detectarlo, la verbal y la corporal. Estamos tan acostumbrados y tan educados a seguir los aspectos verbales que los no verbales se nos escapan la mayoría de las veces, sin embargo dan una gran información y también mucho más fiable que la verbal. Las palabras admiten decir cualquier cosa, el lenguaje no verbal está mucho más directamente conectado con nuestra sensibilidad, con nuestro cuerpo, y es más difícil mentir o engañar con él. No digo que no sea imposible, pero normalmente es más difícil pues precisa mucha educación y mucho control y se aprende poco, salvo para las personas cuya imagen pública es muy importante.

Me queda de hablar de las técnicas que detectan las señales emocionales que surgen a este nivel, pero eso queda para su momento específico. Ahora nos quedamos con la comunicación está siempre impregnada de emoción y que esta es inseparable del lenguaje y de cualquier forma de comunicación humana. Queda hablar también de empatía y de escucha activa, que son los pilares de la actitud que es capaz de poner altavoz y así percibir este cuarto nivel de la comunicación.